Anfield, territorio del '17'

23.10.2014 00:19 de Ángela Castañeda   ver lecturas
Anfield, territorio del '17'
© foto de Ángela Castañeda

Diez años desde su debut con el Real Madrid, más de dos partidos a sus espaldas defendiendo la elástica blanca. Un solo amor, un solo orgullo y un territorio hasta ahora hostil para los blancos, pero un viejo conocido para el ‘Espartano’, el bello y mágico Anfield.

Anfield es un campo con magnetismo, la comunión entre jugadores y afición hace que más que un estadio de fútbol sea un templo, un templo rojo en el que desde los prolegómenos del partido, cuando el público es uno entonando el inolvidable "You’ll never walk alone", la sensación de que el fútbol es más que un deporte y Anfield más que un estadio se hace latente. El Madrid, rey de Europa, no había conseguido hacer uno de sus feudos al mítico estadio inglés, tampoco el todopoderoso Cristiano había conseguido marcar gol allí. Pero toda maldición toca a su fin y las noches oscuras en Anfield para los blancos había tocado a su fin. Cristiano marcó, Benzema arrolló, Isco se consagró y Arbeloa puso la puntilla al Liverpool y colocó la bandera de 'Territorio Vikingo' en el campo maldito.

A Arbeloa le tocó bailar con la más fea, enfrente Sterling, un jugador tan habilidoso como rápido. Pero una vez más, cuanto más difícil es la batalla más grande es la figura del 'Espartano'. Sterling lo intentó y no cejó en su empeño, pero Álvaro había vuelto a una de sus casas y quería salir por la puerta grande, el jugador inglés siempre se chocó con la misma roca.

No solo en defensa se vio al mejor Arbeloa, también las incursiones al ataque fueron constantes, un partido completo para un jugador que parece estar viviendo su segunda juventud. Si el año pasado ya se pudo ver al canterano merengue en una de sus mejores versiones, durante la presente campaña esta sensación continúa por no decir que está incrementando.

Para el lateral blanco el partido de Anfield era especial, esa fue su casa y el público le hizo saber que lo sigue siendo desde el minuto 1 con sus ovaciones, por pedir, la puntilla final hubiese sido el cambio, un cambio con el que las dos aficiones de Arbeloa le habrían hecho el homenaje que tanto merece, una ovación cerrada con el público en pie, en uno de los estadios más emblemáticos del mundo. No sucedió, pero sí se llevó la camiseta de su excompañero y amigo Gerrard, el 'Gran Capitán' de los reds, una muestra más de que Anfield es territorio del ‘17’.