Ese extraño elemento llamado Rudy Fernández

Opinión de Diego Rivero
05.04.2024 21:00 de  Diego Rivero Mosqueda   ver lecturas
Rudy, Real Madrid
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Rudy, Real Madrid
© foto de Federico Titone/BernabeuDigital.com

Si Andrés Montes ya utilizó la frase que titula esta humilde opinión con aquel triple de Robert Horry para dar el 3-2 a favor de los San Antonio Spurs ante los Detroit Pistons en las finales de la NBA de 2005, me he permitido el lujo de replicarla para hablar de Rodolfo Fernández Farrés, nuestro Rudy. Ya ni siquiera podremos oír a Lalo Alzueta pronunciar su nombre completo cuando el balear anote un lanzamiento exterior con varios golpes sobre la mesa de comentaristas. No vibraremos con cada defensa intensa del escolta-alero, ni con la selección española ni tampoco con el Real Madrid.

Su palmarés es prácticamente inigualable para cualquier jugador europeo, y más que el segundo mejor baloncestista de toda la historia de España, o un símbolo dentro del Real Madrid, no solo del equipo de baloncesto. Rudy es infinitamente más que eso. El balear fue quien cambió el futuro -ya pasado y presente- de la sección, y su fichaje desencadenó años y años de éxitos junto a Pablo Laso y compañía. Los Sergio Llull, Felipe Reyes, Jaycee Carroll, Gustavo Ayón, Marcus Slaughter, KC Rivers, Jonas Maciulis, Trey Thompkins, Anthony Randolph y el propio Luka Doncic son algunos nombres propios que le acompañaron, aunque hay muchos más.

En su defensa de los colores de España, y junto a una generación dorada inolvidable, también nos dio muestras de su mejor baloncesto. A la postre, pese a que los títulos sea lo más fácilmente recordable, ese extraño elemento llamado Rudy Fernández no solo se convirtió en mi jugador favorito tras Tim Duncan, sino también en un símbolo del Real Madrid, en aquella extensión del escudo dentro de la cancha, pero sobre todo en el alma y corazón de un equipo que nunca se rindió por muy difíciles que fuesen las circunstancias.

Nunca nadie será Rudy Fernández, y venga quien venga, la magia del balear será irrepetible. Su grandeza y el significado que ello conlleva pierde hoy un pilar fundamental en el baloncesto en activo y yo, personalmente, no podré echarle más de menos. Gracias por todo, perdón por tan poco.