Y ahora, ¿en qué queda el papel de Keylor?
Keylor Navas ha sido el portero innegociable del Madrid en la consecución de las tres Champions League ininterrumpidas que ha cosechado el conjunto blanco. Si algo demostró Zidane que ponía de acuerdo a fieles y detractores, fue el pacto vitalicio que mantuvo con Keylor durante su legado. El extécnico francés es un empedernido de esto, y si de algo era consciente, precisamente se trataba de que la portería tenía un guardián incuestionable. Pocos puestos estaban tan bien cubiertos como los tres palos, sin necesidad de refuerzos superfluos. Incluso acabó frenando el ímpetu del club con Kepa, que por 20 millones de euros en el pasado enero, se erigía como una oportunidad de mercado irrechazable en las épocas de inflación que rodean al balón, y una apuesta de futuro para olvidarse de reforzar dicho puesto en un buen puñado de años.
Con la llegada de Lopetegui, el vasco tuvo su primer rompecabezas en la gestión de la meta. Le habían traído a un Courtois brillante en el Mundial, pero el club escatimó en puestos en los que el entrenador vio más carencias como en la sala de máquinas -con la marcha de Kovačić- y la punta de lanza. Inteligentemente, optó por repetir la fórmula de Ancelotti con Diego López y Casillas, por lo que asignó LaLiga al belga y Champions al tico. Su periplo por el club nos impidió ver quién formaría con él en su primera alineación de Copa, pero previsiblemente, también hubiese sido Keylor, en un ejercicio equitativo de los roles.
Mientras, Solari, optó por Keylor en Melilla, lo que parecía un ademán de continuar con una de las pocas fórmulas que le cuajaron a su antecesor. Ante el Valladolid volvió Courtois y ayer en Champions se estrenó el ex del Chelsea. De un plumazo se difuminan todos los méritos que uno de los jugadores más infravalorados ha adquirido. Entonces, ¿qué rol adquiere Keylor? ¿Le dará únicamente la Copa Solari? Escaso premio para un luchador.