Cuestión de huevos
Hay que echarle huevos. Esas son las cuatro palabras que deberían ir irremediablemente unidas al escudo del Real Madrid, y no las burdas imitaciones creadas por los que preferían acabar los partidos sin mancharse de verde, el color del césped y por consiguiente del fútbol, y por los que preferían pasearse por el campo y luego dedicar dos guiños a la cámara e irse a dormir plácidamente. Véase si no el término 'señorío', inventado por aquellos cuyos tesoros y cuyo pasado eran suficientes para mirar por encima del hombro a cualquiera que se pusiese por delante, y por todos los que pensaban que la expresión "hay que echarle huevos" se refería más bien a lanzar proyectiles ovalados contra el entrenador.
Muchos de estos últimos han ido desfilando, año tras año, por el mítico estadio de Concha Espina, consiguiendo incluso que este se acabe pareciendo más a un plató de televisión plagado de vanidad y estrellitas de medio pelo que a un estadio de fútbol. Sin embargo, por los pasillos del feudo madridista también han pasado otros que preferían la discreción antes que los flashes, el trabajo antes que el postureo y las pelotas antes que el señorío.
Todos ellos, más tarde o más temprano, se han dado cuenta de que vale más trabajar en silencio que coger un micrófono y hacer que a muchos les piten los oídos. Curiosamente, estos son los mismos que han conseguido ser titulares cuando nadie daba un duro por ellos. Son los Modric, los Diego López y los Varane. Son los que acaban haciendo que una temporada tenga éxito o no, y son los que no necesitan hablar para dejar claro que por sus venas solo corre sangre de color blanco, aunque está esté algo teñida de verde por haberse dejado los huevos en el campo el día anterior.
A este reducido grupo, admirado por muchos e ignorado por otros tantos, se ha unido recientemente un nuevo jugador, Ángel Di María. El argentino comenzó el verano entre una nube de rumores que lo alejaban del Real Madrid. Bale llegaría, Özil se quedaría y Di María se iría. Y, por mucho que esa frase rime que te cagas, al final no se cumplió. El 'Fideo' empezó la temporada manchando más camisetas de color verde de las que había manchado en toda su vida, mientras que otros no necesitaban ducharse para llegar a casa limpios.
Así las cosas, Di María finalmente se quedó y, por lo que parece hasta el momento, no lo hizo en vano. Está jugando, está trabajando y está buscando desesperadamente un puesto de titular. Por muy irregular que fuese anteriormente y por muy bueno que fuese Özil, lo cierto es que, tal y como están las cosas, es preferible tener once 'Di Marías' -aunque mejor si hay algún Cristiano de por medio- que once 'Öziles'. La titularidad es cuestión de huevos, y hay algunos que tienen para varias tortillas.
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