El coleccionista de crisis

30.09.2013 00:00 de  Redacción   ver lecturas

A los fumadores les quitaron en los bares la táctica de ligar con la frase "¿Tienes fuego?" y desde entonces no levantan cabeza. Al Madrid le robaron a un líder, de lo que se supone que se recuperaría por haber sido el más grande en cada década de sus más de cien años de historia. Aplaudían así las plañideras la marcha del mal y hasta le pusieron una orden de alejamiento con kilómetros de mar entre medias por si le daba por levantar la cabeza desde Londres. Y unos pocos meses después de su marcha, con el cadáver aún caliente, los que le odian no pueden vivir sin él. Al fin y al cabo es algo que sabíamos que iba a pasar. Si algo positivo queda tras su salida es que ya no habrá ninguna esponja que absorba las miserias de los jugadores. Ya falta menos para que los días de viento sur el Bernabéu coree a Mourinho y pida su vuelta mientras saluda a Los Manolos. Antifranquistas después de Franco es el nuevo mourinhistas después de Mourinho. Así de tonta es la afición del Bernabéu. Sí, he dicho tonta, que ya había que decirlo sin tanta prosa. Por eso pediría no acordarnos de él, porque no va a volver jamás, salvo que España deje de ser España.

Huérfanos de una figura sobre la que derramar su mierda ahora el problema para la prensa son otra vez los millones, o sea, el Real Madrid, su mera existencia, la excusa que se ponga es lo de menos. Nos quieren hacer creer que por no tener las tetas grandes no nos van a matar primero en las películas de terror. Que somos el Real Madrid, que tal y como apunta Tsevan Rabtan, es algo así como un Imperio Romano en pequeñito rodeado de bárbaros que quieren acabar con él a toda costa. Florentino ha empezado a cortarles la arteria que más les duele, la de las promociones, lo que no servirá para abandonar su afán de meterse hasta la ducha. Algo parecido le hubiera pasado a Noé, que de haber prohibido meter moscas en su arca hubieran entrado igual.

El derbi fue un spoiler de lo que supone una temporada random para el Real Madrid, de esas que estamos acostumbrados a vivir al menos una vez por cada lustro. Uno estrena la vajilla y al cuarto día se le parten hasta los cubiertos. Illara conducía el balón y mientras intentaba encontrar a algún tipo que no le asustara tener a una estela rojiblanca encima el madridismo underground se preguntaba si ya se puede empezar a criticar. Porque uno desde que pertenece a la facción salvaje del madridismo mira los problemas con más optimismo, pero practicar optimismo como ninfómanas cuando la liga prácticamente se despide otro año supone cuanto menos alejarse de la realidad. La realidad a día de hoy no la tenemos clara. No conocemos a Ancelotti y no sabemos si él conoce lo que tiene y lo que quiere. Ahora mismo el Madrid es un equipo movido entre la genialidad y la mofa. Nadie se siente a gusto, como tener a una novia de Erasmus rodeada de italianos. Tanto afán en buscar un estilo de juego que se olvidaron de lo más importante: conseguir resultados hasta encontrarlo. De eso se aprovechó el Atleti que adelantó por la derecha todo el rato. Este Atleti de Simeone por tener ya no tiene ni mujer barbuda, aunque aún se les ve alguna estría, como que Morata pudiera empatar de volea. Morata se ha convertido en el nuevo juguete de la grada hasta que le manden a hacer de barman en el Ferry. Siempre le vi cara de marinero y de chico demasiado bueno. Para ser delantero de una grande hay que ser un poco Diego Costa, o sea, un poco cabrón, pero sin pasarse. Abran la biblioteca que hay que archivar otra crisis. A esta invita la casa.

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