El Madrid de la corneta
Nadie duda ya, o hasta el próximo pinchazo al menos, que el Madrid se acerca cada vez más a lo que debe ser, un equipo embalado con una pegada demencial que es capaz de noquear a casi cualquier rival antes de que suene la bocina. El Madrid ayer dominó el partido, pero cuando la plebe, la misma que discrimina canteranos en función de a quién señale el dedo acusador, realmente disfrutó ayer fue cuando se robó el balón y el séptimo de caballería le alquilaba la megafonía al especial de Oasis con el que algún melómano tuvo a bien muy bien, incluso ilustrar a la concurrencia. Ya lo negarán, como se niega de soslayo también el dónde o con quién, más bienempezó todo, la reivindicación del fútbol de granada en mano y a por ellos que son pocos y cobardes.
Ancelotti no es el mejor entrenador que ha pasado últimamente por la Castellana; pero ya ha entendido que la estética del vértigo no solo encandila al pueblo, sino que hasta pinta mejor en puntos y goles. El toque de corneta suena ya como los ángeles. No se discute el tridente, Cristiano-Benzema-Bale, y a partir de ahí todo se puede negociar, aunque mejor cuanto más directo, lo cual es bueno hasta como política vital. O sea, las dagas de Modric mejor que la retórica argentina de Isco. El tanque de Khedira, mejor que el kilómetro cero de Illarra. Y, por supuesto, Xabi, siempre; hasta que el cuerpo aguante. Las evidencias tampoco se negocian.
Pero lo mejor de todo es que, al fin, se habla (más o menos) de fútbol. Bale ya no comparte portadas con radiografías retorcidas, las monopoliza con goles. De Benzema se empieza a entender que siempre fue más un 10 que un 9. A Cristiano ya no se le pita. A Diego López, menos que antes. Y Casillas ya no sale medio partido en un ventanuco. Hasta el próximo pinchazo, al menos.