Hagan hueco, que entran todos
El Madrid de este año ha fabricado un centrocampismo de muñeca rusa, en el que de Khedira sale Casemiro, de Modric Isco y de Xabi Illara. Empieza a haber tanta gente ahí metida como remates de Cristiano y entre tanto cambio cuesta recitar más de tres alineaciones iguales. El Madrid de Ancelotti vive su propia transición democrática, un multipartidismo donde la socialdemocracia le traza un pase al torso más conservador sin pedirle cuentas a cambio. Por un lado está la rectitud del doble pivote euskaldún, estructura fija que libera a Isco, un futbolista de esbozado moderno, puente entre lo pipero y lo underground, de esos que deja contento a todos, aunque por momentos se separe del partido como si una mosca se le posara sobre los apuntes y el exterior se parase durante unos minutos.
La otra opción es Modric, que abarca más terreno y no lo hace nada mal el chaval, por simplificar en el análisis. El centrocampismo es un montón de señores discutiendo en las reuniones del Ibex 35 mientras arriba hay tres tipos dejando chemtrails por el camino entre movimientos de cintura. La aparición de Casemiro tras varios meses perdido por el bosque fue la sorpresa más agradable. Preocupaba el encaje de bolillos tras la lesión de Khedira que había tumbado el sistema pero hizo florecer uno nuevo, tal vez algo que ni se había pensado antes.
Alonso e Illara juntos para mantener fija la mirada de la mocita madrileña y equilibrar el centro del campo, salvo que por momentos sí se llegó a desequilibrar para que el madridismo tuviera algo de que hablar al descanso. Todo quedó en un susto hasta que se recuperó la cordura, que en el Madrid de Carletto aparece cuando menos se espera uno. Así un encuentro que olisqueaba el empate acabó en goleada con momentos en los que hasta la infancia se hizo con el poder, que es ese instante en el que los canteranos salen esprintando al partido como a un patio de colegio. Jesé, Morata, Casemiro, Carvajal y la sonrisa del canterazo feliz que emocionó a Spielberg.
Lo del sábado fue de esos partidos en los que el Madrid chuta una piedra y le sale con efecto, después de semana Fifa cuando uno ya ni se acuerda de cómo estaban las cosas. Dio tiempo hasta para inventarse a un Madrid español de los que gusta a la roncerada. El Madrid de Carletto, con posiblemente la mejor plantilla que se recuerda, brilla por impulsos, donde a veces sale de caza y otras hace la cobra tantas veces que al final se olvida para que salió. De este equipo puede surgir algo muy bonito si se hace bien. Y eso que no hemos nombrado a Cristiano Ronaldo.