La pose de la posesión
Después de aburrirme profundamente viendo cómo el Madrid le birlaba la posesión al Barcelona durante varios tramos de la segunda parte, hoy esperaba la alineación de merecidos panegíricos al hombre que le ha devuelto al Madrid su esencia. Laureles tendremos muchos, pero cuando realmente hemos sido felices ha sido cuando hemos tenido la posesión de la pelota. Amasarla, sobetearla de derecha a izquierda sin más voluntad que marear al manso de turno, convertir el fútbol en balonmano. Eso sí que es el Madrid.
Pues no. Leo las crónicas del partido de ayer y no dejo de encadenar sorpresas. A Carletto ya no es que no se le agradezca su proximidad a Del Bosque, sino que de pacificador ha pasado a miedoso en cinco meses. Coche del año. Busco y rebusco las estadísticas para ver si todo fue un espejismo y no, a puntito estuvimos no solo de ganarles en goles, sino también en posesión: un 45% en el global del partido, tablas en la segunda parte, el mayor registro en territorio comanche desde la 2005-06. Entonces, ¿en qué quedamos?
Sigo leyendo y veo estopa por doquier al árbitro, penoso, tendencia que rompe con temporadas pasadas y trae a esta 2013-14 un fresco aire de desmemoria que, ahora sí, combina a la perfección con los valores del madridismo. A Undiano sí se le podría haber esperado en el aparcamiento para decirle cuatro cosas, al parecer.
Visto lo visto, cualquiera diría que lo de la posesión fuera más bien una pose. Lo del tiki-taka que en mis tiempos era jerga de futbolín, no de futbol sin diminutivos está muy bien para vestir al emperador, pero lo que le hace tal no es lo que le cubre sino lo que hay debajo. Y la prueba es que, cuando los resultados no acompañan, las crónicas tampoco perdonan.
Tan graciosa es la cosa que el mejor equipo de la Historia ganó ayer con un gol al contragolpe después de haber sustituido a Iniesta, el hombre que bajó la frontera de Cataluña hasta Fuentealbilla, por Song, un mediocentro defensivo que costó tan poco que casi es de la cantera. Y defendiendo los minutos de la prolongación alrededor del córner. De haber estado viéndolo, Mourinho tendría todo el derecho a desternillarse. Después de tantos años con gente de toda condición intentando guardiolizar al Madrid, ¡es el Tata el que está mourinhizado! Aunque el argentino que quiso ser holandés puede respirar tranquilo: mientras los resultados le acompañen, los profesionales de la pose le respetarán y hasta, ¿quién sabe?, le dedicarán un "Informe Robinson". O algo.