Lecciones de ética y doble moral

30.08.2013 00:00 de  Redacción   ver lecturas

En los últimos años hemos observado como los enemigos del club blanco se han dedicado a dar consejos de cómo debe funcionar correctamente el Real Madrid. Su ayuda leal, sustentada en unos valores y principios de poner la cara y que te la parten, es muy cómica. En definitiva, es desconocer los valores de los dos personajes más importantes de la historia del club, que no son otros que Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano.

Estaba viendo la otra noche un debate sobre el público del Bernabéu en un conocido programa nocturno. El periodista en cuestión criminalizaba a una parte del estadio que silbaba a Casillas y Diego López en el Trofeo Santiago Bernabéu. 'Esos no son madridistas, no deberían entrar al campo', vociferaba en directo. Quizá tenga razón. A mí me parece erróneo pitar a cualquier jugador/entrenador de tu equipo en mitad de un encuentro, ya que el perjuicio es importante. Siempre lo he dicho. Pero la realidad es que el Bernabéu critica de manera vehemente a sus propios futbolistas desde que tengo memoria. Míchel y Guti, por poner un par de ejemplos de españoles, se llevaron broncas antológicas por diversos motivos. Zidane, Ronaldo Nazario, Cristiano. La lista es interminable. La indignación periodística se desvanece si el jugador o entrenador no es de tu cuerda (normalmente, suelen ser extranjeros): el público ya es soberano y tiene el derecho de pitar a quien quiera porque para eso paga su religiosa entrada, el club es de los socios, etcétera. Es un doble rasero que utilizan desde hace tiempo.

Con Mourinho lo hemos visto de manera más clara en estos últimos años. Se le criminalizó hace unos meses por no asistir a una gala de la UEFA, ya que eso suponía una pérdida de imagen terrible para el Madrid; si Cristiano es el que se ausenta, está bien porque 'ir para nada es tontería'. Así funciona el negocio. Pero no nos equivoquemos: a Cristiano no se le critica ahora por su actual enfrentamiento con Mourinho. En otra situación de la temporada o cuando le caigan lanzas a Ancelottti por hacer su trabajo, que es decidir quién juega, las críticas hubiesen sido tremebundas. Mi premisa es clara: el día que el antimadridismo te felicite por algún motivo, date por jodido. Y viceversa.