¿Premiamos a los tramposos?

07.03.2014 00:00 de  Andrés Espuelas   ver lecturas

Escuchando la música de un fiel seguidor del Real Madrid y que en paz descanse, Paco de Lucía, me topo con una de sus frases más célebres. "Me preocupa mucho el fracaso, no sé si es por vanidad, por necesidad de afecto o por las dos cosas", decía el algecireño. En nuestro fútbol se ha fracasado mucho y se está fracasando en estos momentos. Algo está fallando, algo que lleva incluso a la frustración en el momento en el que se premia al tramposo y se castiga al que juega limpio.

Francisco Rubio Sánchez es el presidente del Comité de Competición de la RFEF. Rubio sucedió el pasado año a Alfredo Flórez quien, actualmente, es mano derecha de Ángel María Villar. Un Villar que, precisamente, no invitaría a su fiesta de cumpleaños a Florentino Pérez. En su condición de exmagistrado, no sé si el señor Rubio, catedrático de Derecho del Trabajo, sancionaría de modo ejemplar a personalidades públicas que han intentado engañar al Estado, algo bastante común en nuestros días. Es decir, castigar a los que intentan engañar.

Pues bien, en esta semana nos topamos con que el segundo entrenador del Atlético de Madrid, Germán Burgos, ha sido sancionado con tres partidos. Tras ser sujetado por siete hombres, como si de un caimán del Amazonas de ocho metros de largo se tratase, Delgado Ferreiro se libró de algo más gracias a estos refuerzos. El Comité encargado de esta sanción ha sido el mismo que castigó a Cristiano con los mismos partidos hace un mes por "menospreciar" a los árbitros. Al luso, sin embargo, nadie tuvo que amansar su ira hacia el árbitro. Sin embargo, de la simulación de Gurpegui, no se sabe nada aún.

¿Qué pasa entonces aquí? ¿La balanza se iguala al poner en un lado el intentar la agresión y en el otro el protestar por una falta? Es decir, tenemos el mismo castigo para dos personas que se han pasado del reglamento, ¿en la misma medida? Y a los que simulan penalti -el Real Madrid incluido, por supuesto-, ¿no le metemos tres partidos de sanción? Y al aficionado que tira el mechero o un gas lacrimógeno, ¿vuelve a pisar un estadio? No sé hasta qué punto debemos llegar para alzar la voz de una vez y decir basta a los tramposos.

Pero por si esto no fuera poco, Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes, se sube al carro. Sus declaraciones alabando al FC Barcelona en el caso Neymar -"hay que sentirse orgulloso de ese escudo", palabras textuales de Cardenal- ejemplifica el desastre en el que está inmerso nuestro deporte. Un presidente cuya una de sus numerosas capacidades es controlar los métodos no reglamentarios del deporte español, echa un capote a un club que según el Estado ha hecho trampa, ha estafado. Así va España señores.

Ojalá haya puesto en estas palabras todo mi sentimiento de frustración y preocupación hacia un deporte que está muy confundido, que está perdiendo muchos valores con los que nació en las universidades inglesas. Sin embargo el periodismo, pero no el de campañas ni intereses, sino el de siempre, puede cambiar esto. O eso esperamos.

Andrés Espuelas
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Andrés Espuelas
Periodista en proyección, onubense -de donde nació el fútbol-, colaborador de Bernabéu Digital y madridista, pero de esos que apoyan y se levantan del asiento para animar. 'Lo bonito del periodismo no es que nos inventemos mentiras sino que nos inventamos la verdad', aunque a veces no se cumpla.