AS, Segurola: “Hasta en sus peores momentos, se veía al Madrid ganador del Mundial de Clubes"
Santiago Segurola, colaborador del Diario AS, analiza el sistema de competición del Mundial de Clubes y, pese a las dudas que pudo dejar el Madrid, afirma que siempre le vio como vencedor del torneo.
Un Mundial de Clubes desequilibrado: “La brecha volvió a manifestarse en la última edición. La ganó el Real Madrid con victorias ajustadas, pero con una superioridad absoluta. El Madrid repitió lo que ha conseguido en sus tres últimas apariciones en el Mundialito, y lo que lograron el Barça y el Bayern Múnich sin despeinarse. Disputado en cada diciembre, el trofeo sólo sirve para coronar a los vencedores de la Liga de Campeones, un trámite que añade muy poco prestigio a los campeones.
Mayor dificultad en el pasado: “El Mundialito sonaba antes mucho mejor. Conquistarlo era durísimo. Para los equipos sudamericanos significaba una muestra de autoridad frente al creciente poderío económico de los italianos, ingleses, españoles y alemanes. Cuando la Ley Bosmanabrió en 1995 todas las fronteras, el destino giró definitivamente a favor de Europa. Los coletazos del Vélez Sarsfield frente al Milán o Boca Juniors contra el Madrid tuvieron un mérito enorme. Fueron casi los últimos representantes de un modelo de fútbol que agonizaba”.
Claro favoritismo: “No había dudas del resultado final del reciente Mundialito: lo ganaría el Madrid. No hay incertidumbre posible en el torneo, a pesar del interés que demuestra el equipo blanco por complicarse la vida frente a rivales de tercera o cuarta fila. Derrotó el pasado año al Kashima en la prórroga y estuvo a un centímetro de conceder el 2-0 a debilísimo Al Jazira en las semifinales de esta edición. Esta tentación al patinazo se debió mucho menos a la categoría de sus rivales que a las enormes distracciones del Madrid. Cuando se puso serio, ganó los partidos. Hasta en sus peores momentos, siempre se le veía ganador”.
Ante el Gremio: “Un club de prestigio en Brasil, con todo lo que eso significa: la promesa de buenos o excelentes jugadores y un considerable potencial competitivo. La realidad, sin embargo, informa del declive general de sus equipos, destinados a forjar jugadores jóvenes de gran talento y a venderlos a Europa. Es en la selección donde Brasil puede reunir a sus jugadorazos, dispersos por todo el mundo. El Gremio representó frente al Madrid el paisaje actual de un continente que no tiene el dinero y los medios para replicar en Sudamérica la fórmula que funciona en Europa. Por desgracia, el fútbol es el espejo de una época que privilegia la desigualdad sin que nadie se escandalice”.