1 de 8, y gracias
Leía a @MaketoLari en Twitter -y corroboraba, posteriormente- una vez finalizado el atraco del Barcelona en Mestalla (con un gol ilegal de Messi, un penalti en contra no pitado y una expulsión por doble amarilla perdonada a Busquets) que en competición oficial desde el año 2003 hasta el presente curso, el Barça tenía más de 140 rivales expulsados, cerca de 160 penaltis a favor y 77 en contra. Unas cifras insultantes más si cabe cuando las comparas con las del Real Madrid, que cuenta con 89 rivales expulsados, 138 penaltis a favor y 87 en contra. Si sumamos la última Liga -donde el Barça registró un récord histórico con 19 penaltis y 10 expulsiones a favor, algo nunca visto hasta la fecha- a la presente, el conjunto de Luis Enrique cuenta con 22 penaltis a favor, 1 penalti en contra, 1 jugador expulsado en contra y 11 rivales expulsados a favor en un total de 47 partidos.
Es decir, si sumamos la temporada 2015/16 y 2016/17 podemos afirmar que al Barça le pitan un penalti a favor cada 2 partidos y 1 cada 47 en contra. Por otra parte, le expulsan a 1 rival cada 4 partidos y le expulsan a 1 jugador propio cada 47 partidos. Unos datos que probablemente ayuden a entender como un equipo que ha conseguido 2 Champions League en 3 años no ha tenido opciones de ganar la competición casera en 8 años, exceptuando la conseguida por José Mourinho en la 2011-2012.
Pese a que el Madrid lidere la tabla clasificatoria, tras partidos como el de Mestalla y viendo el currículum de tu rival en cuanto a saldo arbitral se refiere (obviando la Champions, donde esta semana pasada el Barça sufrió su segunda expulsión en 61 años de competición), se antoja un reto prácticamente inalcanzable conseguir alzar el título en primavera. Sin dejar a un lado la parte de responsabilidad por parte del Real Madrid en la sequía liguera, es incuestionable que la deriva arbitral facilita en gran medida el éxito del Barcelona en la misma competición. Los datos lo avalan.