Alemania, obsesión compulsiva

12.04.2014 00:00 de  Andrés Espuelas   ver lecturas

Entre las muchas enfermedades denominadas como TOC (Trastornos Obsesivos-Compulsivos) destacan la agorafobia y la fobia social. La primera de ellas es el temor a espacios abiertos en los que se pueden producir aglomeraciones. La fobia social, por su parte, es un miedo más allá de lo normal a situaciones sociales tales como hablar en público, encuentros inesperados con conocidos, etc. Es decir, las TOC son conductas repetitivas para liberar la tensión.

Algo parecido le pasa al Real Madrid en Alemania. Se repite año tras año la misma situación: bloqueo del sistema nervioso del equipo una vez pisado suelo alemán. No sé si jugando mal en país germano liberará la misma tensión que una compulsa cuando comprueba que en su bolso están las llaves de casa –después de haberlo hecho diez veces anteriormente-. De una forma u otra el bloqueo existe y no hay psicólogo-entrenador que lo supere. Incluso le pasó a Mourinho, entrenador más motivador del fútbol moderno.

Lo de Dortmund fue casi un suicidio inesperado, como de Van Gogh cuando una noche del verano de 1890 se propinó un disparo teniéndolo todo. El penalti de Di María –no lo digo yo, lo dice Ancelotti- fue la primera zancadilla que desencadenó en una caída que pudo ser calamitosa. Tuvo que salir Casemiro para ver cuál es el talón de Aquiles del equipo: la ausencia de Khedira.

Sin embargo, la 'Décima' no quiere que Casillas la levante hasta que se supere esta obsesión compulsiva. Por ello ha preparado el último partido previo a la anhelada final de Lisboa en el Allianz Arena. Esto lo ha dictaminado la mano inocente de Luis Figo, precisamente, integrante de una de las últimas alegrías en Alemania, en los octavos de final de la temporada de la 'Novena'. El Bayern de Múnich espera a los de Ancelotti para demostrar que puede quitarse de encima esa ansiedad.

Andrés Espuelas
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Andrés Espuelas
Periodista en proyección, onubense -de donde nació el fútbol-, colaborador de Bernabéu Digital y madridista, pero de esos que apoyan y se levantan del asiento para animar. 'Lo bonito del periodismo no es que nos inventemos mentiras sino que nos inventamos la verdad', aunque a veces no se cumpla.