Diario del Mundial 7: Del tiki-taka al tocomocho
Perdió España ante Chile dando una imagen lastimosa e impropia de una campeona del mundo. Los de Del Bosque se despidieron del Mundial por la puerta de atrás, haciendo incluso buena aquella selección de Clemente en Francia 98. Es momento de agradecer los servicios prestados a una generación de futbolistas que han dado a España su particular época dorada, pero también es tiempo de cambios y de decir adiós a algunos de los protagonistas de este cruel 'Maracanazo'.
Todo comenzó en la Eurocopa de 2008, cuando Luis Aragonés encontró un estilo y un grupo de jugadores con los que hacer soñar a un país entero. Aquel penalti de Cesc ante Italia en cuartos marcó el comienzo de una etapa que Vargas y Aranguiz se encargaron de clausurar ante una nueva mala actuación de Casillas. La situación actual del capitán de la Selección representa a la perfección el fin de un ciclo. El portero del Real Madrid fue clave en la tanda de penaltis ante Italia. Vivía su mejor momento deportivo, incluso dos años después salvó los muebles en la final de Johannesburgo con una parada antológica a Robben. Ahora, Casillas se va del Mundial con siete goles encajados y con algunas cantadas para el recuerdo, como su clamorosa actuación en el cuarto gol de Holanda.
Aquel tiki-taka de hace seis años fue la mejor versión de una selección que fue mutando hasta convertirse en una sombra de lo que fue. El estilo de Aragonés era un juego directo, que tenía la posesión con el objetivo de buscar con rapidez la portería contraria. Quizá aquel partido en semifinales ante Rusia sea el mejor de esta selección para la historia. Después llegó Del Bosque con la intención de tocar poco o nada. El salmantino no es un técnico para revoluciones y por ello debe dejar paso a un nuevo seleccionador capaz de afrontar una nueva etapa sin deudas ni cuentas personales pendientes con algunos futbolistas. La lealtad de Del Bosque a los Xavi, Casillas y compañía ha sido uno de los factores claves de lo ocurrido en Brasil, al realizar una convocatoria basada en el estatus y no en la meritocracia.
El balance de Del Bosque en los últimos dos años es completamente negativo. No ha sabido dar paso a una nueva generación que tuvo que tener más peso en este Mundial. Los De Gea, Koke, Isco, Carvajal, Iñigo Martínez y compañía deberán esperar a 2016 para liderar a España a pesar de estar perfectamente capacitados para haber sido muy importantes en esta gran cita. El salmantino en cambio sí apostó por Diego Costa sin tener un esquema apto para las cualidades del delantero. Al final, el jugador del Atlético fue como un pegote en un intento a la desesperada por revitalizar un táctica añeja. La decisión de dejar fuera a Navas, del escaso protagonismo de Pedro o de ignorar a hombres que habían realizado una gran temporada como Callejón o Llorente ha costado caro también a Del Bosque. Sus decisiones erróneas o su nula capacidad de reacción son fallos sin importancia ante estos otros de gran calado. A la postre, la etapa del salmantino en la Selección muere por las mismas causas que lo hizo en el Real Madrid. Del Bosque ha acabado hipotecando sus decisiones por las relaciones personales que mantiene con los jugadores y por la falta de autoridad en los momentos críticos.
En seis años, España ha pasado del tiki-taka de Viena al tocomocho de Maracaná. Entre medias, una etapa plagada de títulos y un ocaso que se viene vislumbrando en los últimos dos años. La derrota en la última Confederaciones solo tuvo un culpable público, Arbeloa. Del Bosque tampoco fue capaz de analizar y subsanar los problemas de aquel equipo contra Brasil. El mirar hacia otro lado no ha servido de nada a un entrenador inmóvil y conservador. Los halagos por una época dorada no deben tapar las críticas justas y necesarias por un estropicio que se podía haber arreglado con un buen cirujano a tiempo y no con los consejos de un médico de familia. Tampoco se debe valorar a un grupo de jugadores por su trayectoria deportiva en vez de por su momento de forma actual. En el fútbol nada es eterno y los futbolistas tienen dos opciones con el paso de los años: retirarse a tiempo o que el fútbol se encargue de sacarles a guantazos del campo. Los Mundiales, no son para homenajes.