El gol de Cristiano

05.05.2014 07:02 de  Francisco José Reina   ver lecturas
El gol de Cristiano
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Arrancaba la jornada con un empate del Barcelona que les alejaba de la lucha por la Liga. Proseguía con una derrota en el campo del Levante del Atlético de Madrid para poner en bandeja al Madrid la oportunidad de oro: empatar a puntos con el líder ganando el miércoles en Valladolid. Pero no, el Madrid perdió hace tiempo ese gen ganador que aplastaba cuando tenía que hacerlo y que ganaba forzosamente cuando la ocasión lo merecía.

Con un Marcelo que recordaba a Puskas, y no por su velocidad precisamente, sino por su lamentable físico, el Madrid pretendía remontar un resultado que no fue más abultado por la grandísima actuación de Diego López, que salvó al equipo en reiteradas ocasiones. Alves fue el mejor del Valencia y también desbarató la esperanza de la escalada.

La Liga parecía celosa de las hermanas que descansan en las vitrinas del Bernabéu y se aferraba a un Madrid que parecía empeñado en deshacerse de ella. El equipo de Ancelotti, que no rindió al nivel esperado y que dejó pasar una oportunidad perfecta para meter presión al Atlético de Madrid, deja en manos del Barcelona la ilusión de alzar la copa. Y es que el conjunto del Cholo tiene que perder un partido si el Real pretende recoger la trigésimo tercera, y si existen pretensiones de hacerlo ellas pasan por el Camp Nou. De ganar el Barça ese partido –siempre y cuando se gane todo lo demás- arrebataría la Liga al Atleti y se la pondría en bandeja al Madrid.

Un gol de Cristiano - que llega a los cincuenta en esta temporada con el Madrid: treinta y uno en Liga, tres en Copa y dieciséis en Copa de Europa-  puede valer una Liga. Si el Madrid gana todo y el Barça gana todo, la Liga es blanca, y un gol de Cristiano se convertirá en El gol que todos recordaremos por darnos otro título más. 

Francisco José Reina
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Francisco José Reina
Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.