El Madrid solo tiene una bandera
Las polémicas extadeportivas siempre toman el protagonismo cuando uno de los dos participantes es el Fútbol Club Barcelona. El club catalán no ha querido diferenciar entre fútbol y política, haciendo siempre el juego a los independentistas. Esto ha provocado una entidad aislada y que cabrea a la mayoría de los españoles por su continuo apoyo a los Mas, Junqueras o Puigdemont de turno. Mientras el Real Madrid ha trabajado para alcanzar la universalidad, el Barcelona se ha empeñado en encerrarse y ser un simple club regional. Una estrategia lícita pero que discrimina a todos los socios y seguidores lejos de Cataluña. Pero eso, al fin y al cabo, es su problema y con su pan se lo coman.
RESPETO A LOS SÍMBOLOS ESPAÑOLES
Otra cosa es que desde el Barcelona se haya permitido, y a veces hasta incitado, faltar el respeto a los símbolos españoles. Los pitos al himno son una costumbre desagradable por una gran parte de la afición culé. La libertad de expresión termina en la línea que marca la ley y en el momento en el que ofendes al prójimo. Con otra actitud por parte de la entidad catalana buena parte de estos hechos se podrían haber evitado, pero Laporta, Rosell o Bartomeu han estado más pendientes de sus abrazos al independentismo que por mantener al Barcelona lejos de la política.
MADRIDISMO UNIVERSAL
Fuera de toda esa polémica, los madridistas se sienten orgullosos de pertenecer o apoyar a un club que busca la integración de los pueblos y no la separación. Lógicamente el Real Madrid es uno de los mejores embajadores de la marca España, pero el madridismo apuesta por una entidad universal. Porque este club es tan grande que pasea la bandera española por donde va, pero también la de todos aquellos países en los que las peñas demuestran día tras día su amor hacia un escudo. Esa apuesta por la globalidad es la mejor táctica para representar a España fuera de sus fronteras, ya sea en Estados Unidos, en China o en Australia.
UN ESCUDO Y UNA BANDERA
El Real Madrid tiene un escudo y una bandera. Esa pasión indescriptible no entiende de nacionalidades, de razas o de sexos. Y la blanca estará en Milán, junto con la española, la francesa, la italiana..., y ondeará orgullosa de una afición que lejos de la política encuentra en el fútbol un vínculo común de hermanamiento entre personas de distintos países. Al menos en la Champions no se librará otra batalla de los independentistas catalanes ya que esta vez verán la final por televisión desde el sofá de casa.
LA POLÍTICA, FUERA DEL FÚTBOL
Con la polémica de las esteladas solo ganan los políticos necesitados de protagonismo antes de las elecciones generales de junio. Es hora de que dejen en paz al fútbol y de que el Barcelona tenga esa grandeza moral que se ha cansado de pregonar durante los últimos años. Porque más allá de la rivalidad deportiva, los clubes deben apostar por unir y no por separar. La estelada, como bandera no oficial que es, debe quedarse fuera de los estadios. La final de Copa debería ser la fiesta del fútbol español y si al club catalán no le gusta la idea, lo que debe hacer es ser consecuente con sus ideas y no participar en la competición. Pero lo que no se puede hacer es estar en España para lo bueno (ganar dinero) y a su vez aprovechar los eventos deportivos para pregonar reclamas políticas. El Barcelona debe elegir. El fútbol o el independentismo.