El nuevo madridismo y El Chiringuito

09.04.2014 00:00 de  Jorge Calabrés   ver lecturas

Tras mi paso por El Chiringuito de Jugones, Alfredo Duro y Frédéric Hermel decidieron jactarse de una expresión que utilicé en una sola ocasión durante las dos horas y media de programa. Quizá, sin los argumentos suficientes para entrar en barrena, decidieron que esta era la única forma de salir con vida del enfrentamiento dialéctico que mantuvimos. El concepto de 'nuevo madridismo' viene a raíz de explicar qué es el mourinhismo, ya que es algo que a día de hoy muchos ni quieren ni pueden comprender.

Corría el año 2010 cuando el Real Madrid se encontraba en una situación límite. La eliminación contra el Lyon y el ridículo en Alcorcón habían sentenciado a un Pellegrini que quizá nunca debió entrenar al conjunto blanco. El madridismo vivía adormecido bajo una sensación continua de derrota, lo cual le hacía comprar todas las teorías de los grandes medios de comunicación. Para más inri, el mejor Barça de la historia amenazaba con instalar una supremacía culé parecida a la del Real Madrid de Di Stéfano. Pero entonces, todo cambió. Un José Mourinho pletórico cruzaba el Camp Nou de punta a punta bajo la intensa lluvia causada por los aspersores activados del club ejemplar y lleno de valores. El portugués había dejado a los de Guardiola fuera de la final de la Champions League que se disputaría en el Santiago Bernabéu. Ese día, Mou hizo su primer gran favor al Real Madrid.

Con su segunda 'Orejona' en la buchaca, Mourinho llegaría en el mes de junio al club blanco. Tendría que convivir con un Valdano al que jamás se le escucho una palabra de defensa hacia la entidad de la que cobraba a final de mes. El argentino, compadre de periodistas y otros súbditos, estaba más preocupado de agarrarse a la silla que de arreglar todo el desaguisado que había provocado su recomendación de Pellegrini. En pocos meses, 'The Special One' se ganaría a la gran mayoría del madridismo con su defensa a ultranza del club y de todo lo que había representado desde la época de Santiago Bernabéu. Mourinho fue el despertador que tanto necesitaba la afición blanca.

Tuvo que ser el portugués el que recordara que el señorío es morir en el campo. Partido a partido y rueda de prensa a rueda de prensa fue quitando caretas a esos pseudomadridistas de barriga agradecida. Toda su labor fue criticada de forma creciente, a medida que el cuarto poder iba perdiendo poco a poco su influencia y sus privilegios en la zona noble. Realmente, ese 'nuevo madridismo' del que se cachondean algunos con maldad, no es más que el de los valores del Madrid de Bernabéu: no callar ante las injusticias, defender el escudo por encima de todo, reconocer la independencia y la autoridad del entrenador y no permitir las injerencias de la prensa.

El mourinhismo abrió el tarro de las esencias del verdadero madridismo, de lo que siempre ha sido el club blanco y que en la última década costaba reconocerlo. Entiendo que algunos prefieran una afición débil, manipulable y adormecida, pero como madridista me enorgullece haber vivido con intensidad este nuevo despertar de mi Real Madrid. En cambio, otros puede que estuvieran más cómodos cuando en las asambleas de socios representantes votaban amigotes y simpatizantes del Atleti. Por suerte, eso cambió, y su época dorada pasó a ser una larga travesía por el desierto de la que aún no han podido encontrar salida.

Si quieren llamarlo 'nuevo madridismo', perfecto, pero las bases son las que Santiago Bernabéu instaló para construir paso a paso el mejor club del mundo. Dicho lo cual, me parece muy triste que se intente manipular a la audiencia criticando todo lo que ha vivido el Real Madrid en los últimos años. También, que se hagan comparaciones con movimientos neonazis, cuando hasta ahora los únicos que han insultado y que han tenido malas artes son los componentes de la yihad pseudomadridista. Alfredo Duro no midió bien la gravedad de sus palabras, en lo que fue un ataque que cruzó la línea que no se debe sobrepasar ni en una tertulia deportiva ni tomando un café con los compinches.

Lo más sorprendente es que haya personas que todavía se autoengañen diciendo que un enfrentamiento entre Real Madrid y Chelsea en Liga de Campeones provocaría que muchos madridistas fueran con Mourinho y, que por consiguiente, se alegraran con los goles de los blues a Iker Casillas. No quieren entender que, todos los que se hacen llamar mourinhistas, lo que realmente quieren es que Carlo Ancelotti triunfe en el conjunto blanco y que nadie -ni jugadores ni periodistas- le imponga ninguna decisión. Si el azar es caprichoso y se da esa eliminatoria contra Mourinho, ojalá que el Real Madrid gane 5-0 y que Casillas pare cada uno de los balones que le lleguen a portería. Las filias y las fobias no son un producto de la afición, sino una batalla creada como consecuencia de las obsesiones de algunos. Fin de ciclo y tira, tira.