El solar
Ayer ejerció de anfitrión en el Bernabéu el fantasma de un equipo que, no se dejen engañar ni por el resultado ni lo que diga hoy la clasificación, no existe. Sobre ese césped no ha vuelto a crecer la hierba porque bien es sabido que el entrenador que no se empeñó en la contratación de Modric es como Atila y los equipos que deja jamás vuelven a ver la luz del sol.
Afortunadamente, Carletto es hombre para pocas tonterías. Él ya heredó, tras un par de rebotes, el "solar" de Mourinho en Londres y sabe lo que es cosechar un triplete donde otros ven tierra quemada. Su parsimonia es, en ocasiones, debilidad pero también tremenda fortaleza y, prueba de ello, es que ha mantenido contra viento y marea los cimientos de un edificio que promete ser lustroso. Al margen de respetar la progresión del otrora vergonzoso Modric hasta convertirle en el mejor centrocampista de Europa, Ancelotti ha sabido tejer bajo la portería un encaje de bolillos de justicia con Diego López y generosidad con Casillas, fracasado como capitán, aprovechable como portero si le azuza la competencia. Se ha inventado, además, a un nuevo Cristiano Ronaldo que ya supo ver Mourinho y que solo retrasó su eclosión un año por su falta de disciplina y la tendencia natural de su entorno al circo mediático. Una vez que el poli malo le puso las pilas al chaval, Ancelotti recogió el guante y ejerció gustoso de poli bueno, para regocijo del madridismo y cualquier amante de las punteritas. Y le han comprado a otro que, jugando un tercio de los partidos posibles en Liga, lleva ya tantos goles como el jugador franquicia de la acera de enfrente.
Hay equipo y hay entrenador porque hubo equipo y hubo entrenador. El gran acierto de Ancelotti ha sido no hacer demasiado caso a quienes aventuraron el solar ni inmutarse demasiado cuando le acusaron de politiqueos e incompetencia en las grandes citas. Ya se sabe que, si ladran, es porque cabalgamos.