El virus del calendario infinito salta del fútbol a la Euroliga

La fiebre expansionista que ha desfigurado el fútbol europeo ha contagiado ya al baloncesto, donde tampoco es que estuvieran muy libres de encuentros estas últimas temporadas. La Euroliga, que hace nueve años coronaba al campeón tras 31 partidos como máximo, tendrá el próximo curso un nuevo formato que exigirá disputar hasta 47 enfrentamientos para alzar el trofeo. Una cifra desorbitada que revela una preocupante tendencia: priorizar el negocio sobre la esencia deportiva y la salud de los jugadores.
La ampliación a 20 equipos, uno de ellos el Dubai SC, responde a una lógica mercantilista disfrazada de crecimiento competitivo. Se argumenta que incluir más clubes en la competición es sinónimo de más espectáculo, pero la realidad es que se castiga la excelencia deportiva a cambio de saturar el calendario, con lo que eso conlleva: jugadores sobreexigidos y una temporada eterna que amenaza con restar valor a la propia competición. El baloncesto europeo está en riesgo de perder su alma porque cuando el calendario se convierte en una maratón interminable, la calidad cede ante la cantidad. Y eso, a la larga, ni beneficia al deporte ni respeta a quienes lo hacen grande.

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