Encefalograma plano

09.04.2014 00:00 de  David Marcos   ver lecturas

En cuestiones médicas, la ausencia de actividad eléctrica en el cerebro que muchas veces traen consigo una muerte cerebral se conoce como encefalograma plano. El paciente no reacciona a ningún estímulo y queda a merced del destino, que será quién decida su suerte. A algo parecido pudimos asistir ayer en el partido de vuelta de los cuartos de final entre el Dortmund y el Real Madrid, donde los blancos mostraron síntomas de estar a merced de un conjunto alemán que estuvo a un paso de lograr la remontada.

Lo curioso de todo es que el partido comenzó bien, a un ritmo lento y con los blancos intentando llevar el peso del partido en todo momento, sin embargo, el penalti fallado por Di María cambió por completo el partido. Los alemanes se vinieron arriba y los blancos perdieron el ritmo del partido, demostrando por momentos un pasotismo que pudo costar muy caro. A partír de entonces, el Real Madrid se convirtió en un sparring que encajaba golpe tras golpe sin siquiera soltar un derechazo, por lo que el Dortmund, espoleado por una afición magnífica, tuvo a los de Ancelotti contra las cuerdas, incapaces de mostrar signo alguno de actividad cerebral.

Los dos goles de Reus noquearon al equipo. Pepe primero y después Illarramendi cometieron dos fallos de juveniles que casi cuestan la eliminatoria. Aunque lo normal es quedarse ahí, el resto del equipo tampoco ayudó. Benzema y Bale estaban fuera del partido, muy lejos de la acción y sin ser capaces de hilvanar una jugada decente. Di María ni presionaba ni estaba acertado cuando tenía el balón en los pies. Xabi y Modric estaban totalmente superados por la presión del Dortmund, que cerraba el centro y se aprovechaba de los errores en la salida de balón. Y la defensa, dubitativa, poco expeditiva y con fallos de patio colegio que no se pueden permitir en una competición como la Liga de Campeones.

La salida al campo de Isco fue el primer impulso eléctrico del cerebro madridista. El malagueño, que tenía cuentas pendientes con ese equipo, controló mejor el esférico, impuso más cabeza en el centro del campo y logró asociarse con los hombres de arriba. Sin embargo, ese impulso duró 10-15 minutos, el tiempo que tardó el Dortmund en volver a tomar las riendas del choque sabiendo que estaban a un gol de mandar el partido a la prórroga. Dos paradas de Casillas y ¡un palo! salvaron a los blancos de la debacle absoluta.

Cuando quedaba poco para el final del partido, con los madridistas con el corazón encogido y mirando el reloj de forma constante, un hombre salió para reactivar la señal blanca y mostrar los primeros síntomas de recuperación. Casemiro, que cuenta con 22 años y que no tiene experiencia en grandes citas, fue el hombre que cambió el rumbo del partido. Aunque los últimos minutos prometían ser de infarto, el brasileño repartió estopa por doquier en el centro del campo, peleando cada balón como si fuese el último y se hizo dueño del centro del campo gracias a su intensidad y carácter, justo lo que no se había visto en el conjunto madridista durante todo el choque. Por suerte, el pitido final despertó a los blancos del coma, conscientes de que han estado más cerca de la muerte que de la vida. Ahora, entre los cuatro mejores de Europa, solo queda rezar para que esta experiencia haya servido de algo, porque los aficionados madridistas ya no estamos para estos trotes.

David Marcos
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David Marcos
Conmigo quién quiera, contra mí quién pueda". Un día me hice seguidor del Real Madrid y desde entonces he disfrutado de pasillos, carreras eternas hasta el banquillo para celebrar un gol o voleas gloriosas. Sin embargo, siempre queda en el tintero todo aquello que el tiempo no te ha dejado disfrutar. Por los que se fueron, que no volverán, pero jamás se marcharán.