¿Herrero o Yáñez? ¡Bendito problema para Zidane!
El debate sobre la portería del Real Madrid parece estar zanjado. Sin embargo, el problema no deja de sacudir al club blanco y se ha extendido ahora al conjunto castillista. Herrero comenzó la temporada como titular indiscutible para Zidane, pero una lesión ante el Barakaldo le ha dejado fuera del once en los partidos siguientes. El toledano fue el punto amargo de un partido en el que los merengues ganaron al líder en su campo y volvieron a saber lo que es ganar.
Yáñez no lo dudó y supo aprovechar la oportunidad que el maltrecho tobillo de su compañero le daba. A la vista de los primeros partidos, la temporada se presentaba poco alagüeña para el catalán. Pero desde la jornada 7 se ha ganado la confianza de su técnico y de la grada. Y es que Yáñez ha conseguido cambiar el runrún que se oía en el Di Stéfano cada vez que los visitantes atacaban, por aplausos y halagos.
Algo difícil de conseguir ante una afición que cada fin de semana se muestra más y más exigente. Que lo único que le vale es ver a su equipo ganar y que no está dispuesta a perdonar ni una. Y sino que le pregunten a Derik. El central madridista cometió un fallo garrafal en el partido frente al Rayo Vallecano, que solo la goleada final de su equipo hizo olvidar.
Herrero espera ahora una oportunidad para demostrar toda esa seguridad que atesoran sus guantes. El toledano lleva toda una vida vistiendo la zamarra blanca y eso se nota en el campo. Con él bajo palos el Di Stéfano respira tranquilo. No importa cuántas veces ataque el rival, ni cuán peligrosas sean las jugadas. Herrero siempre está, en el punto justo y en el momento exacto. Sin hacer ruido ha ayudado a su equipo a regresar al lugar del que nunca debió salir: la zona tranquila de la tabla.
El equipo ya carbura. Los blancos ganan e incluso golean. Pero los problemas no dejan de sacudir a Zidane. A la polémica que suscita el hecho de que no cuente con el carné necesario para dirigir al conjunto castillista se une ahora el problema de decidir entre Herrero y Yáñez… ¡y bendito problema!