Historia que tú hiciste, historia sin hacer

23.11.2015 14:10 de  Francisco José Reina   ver lecturas
Historia que tú hiciste, historia sin hacer
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Un 14 de noviembre de 1956, en los octavos de la Copa de Europa contra el Rapid de Viena, el Madrid perdía 3-0 fuera de casa, siendo éste un resultado que privaba al conjunto blanco de pasar la eliminatoria. Santiago Bernabéu no dudó un solo instante. Bajó al vestuario, previo portazo y mirada temerosa de los jugadores, y entonó un discurso más que conocido: "¡Mujerzuelas! ¿Qué hacen ustedes ahí, lloriqueando? ¡Me da vergüenza verles, pero más vergüenza me ha dado verles ahí fuera! ¿Saben cuántos trabajadores españoles hay ahí, saben que algunos han venido de lejos, saben que mañana se van a burlar de ellos, saben los sacrificios que hace esa gente para mandar a España las divisas? ¡Son ustedes indignos de todo eso! ¡Mujerzuelas! (…) ¡Y si les queda algo de vergüenza, salgan ahí y compórtense como hombres!", concluyó. El Madrid terminó ganando la Copa de Europa. Me preguntaba al término del Madrid-Barça del sábado, qué hubiera pasado si Don Santiago hubiera hecho lo propio en este vestuario. Probablemente Ramos le hubiese soltado eso de "nos ha faltado actitud, hay que hacer autocrítica", y después se metería en la aplicación del móvil para ver si sus nueve millones al año siguen llegándole a su cuenta. Lo mismo, o peor, haría Cristiano. Quizás este optaría por amenazar al club con su salida o aprovecharía la situación para ligar con los equipos punteros del momento. Pero no sólo pensé en Don Santiago. También recordé la anécdota que contó Arbeloa cuando Camacho dimitió en 2004 tras sentar a Beckham y Raúl en el banquillo. Así lo contaba el canterano del Madrid: "¡Ahora id a hablar con vuestros amiguitos de la prensa!, gritaba después de dar la alineación. Y uno se reía. '¡Sí, sí, ríete!'. Yo pensaba: Joder, estos tíos están por encima del bien y el mal". ¿Quién es capaz, hoy, de sentar a los pesos pesados del vestuario? También me sirve otra que contó, esta vez sobre Raúl.

Era pretemporada y los jóvenes del equipo trotaban al dar un par de vueltas sobre el césped. Raúl pasó como una moto por delante y les dijo: "Si fuese por mi os ibais todos del Madrid". Por más que imagine quién sería el Raúl de ahora, no doy con ninguna respuesta. Recordaba, con la cólera del despropósito que protagonizó el Madrid contra el Barça, encajando cuatro goles bajo las miradas desidiosas y desanimadas de los jugadores del Madrid, cómo Piqué subía a por el quinto y cómo Luis Enrique metía a Messi con el partido más que sentenciado. Las ganas de humillar al rival que brillan por su ausencia en Chamartín. Todo lo que consiguió Mourinho en ese sentido, es puro recuerdo. Las ruedas de prensas ardientes, la preparación motivacional y psicológica, la previa, los comentarios, la salida al campo, la presión, las ganas de vencer al enemigo. Todo lo que bebió Mourinho de la historia del Madrid, como cuando en 1943 la propia institución madridista repartía silbatos para pitar al Barcelona de la época, o cuando Juanito pateaba la valla que separaba el local del visitante para amedrentar al rival, en el túnel de vestuarios, hoy es ilusorio, ficticio. Hoy, tras la bochornosa derrota, no se entona aquello de "son pocas las cabezas que están pensando en el colectivo. Hay pocas cabezas comprometidas y cuando esto pasa es complicado (…) al descanso cambié a dos pero quería cambiar a siete", que expuso Mourinho tras un partido pésimo en Sevilla; todo lo contrario, palmaditas en la espalda, días libres como premio y seguir sometidos al yugo de los que tienen la sartén por el mango. Aquellas revelaciones de Dudek acerca de lo que recriminó el propio José Mourinho a sus jugadores tras el 5-0 del Camp Nou, siendo el primer clásico del entrenador, como el sábado ocurrió con Benítez, pone de manifiesto lo expuesto: "Nos decía que les teníamos demasiado respeto, mientras que ellos no tenían ninguno por nosotros. Que lo única que hacían era burlarse todo el tiempo de nosotros. También nos recriminó que, después del 5-0, fuéramos a intercambiar las camisetas con ellos". Quien tenga estos valores por bandera, y viese ayer a un Madrid apagado, desmotivado pese a enfrentarse al máximo rival jugándose, en casa, el liderato de la competición, brazos extintos, sin alma ni sacrificio, probablemente recordase, como yo, qué y cómo es el verdadero Real Madrid y lo que supone enfrentarse al enemigo.

Francisco José Reina
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Francisco José Reina
Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.