Jesé, la Joya de la Corona

05.12.2014 10:40 de  Ángela Castañeda   ver lecturas
Jesé, la Joya de la Corona
© foto de Ángela Castañeda

Doscientos cincuenta y nueve largos días. Un largo periplo en el que, seguramente, llegó a desfallecer, a perder el ánimo y a pensar en que nunca volvería a ser lo que era. Doscientos cincuenta y nueve días en los que también soñó, soñó con volver a jugar en el Bernabéu, rodeado de sus amigos y compañeros y con marcar una vez más. Sueños, convertirlos en realidad no está al alcance de todo el mundo, pero Jesé Rodríguez no es uno más.

"Llegó, vio y venció". Así se puede resumir la reaparición del ‘20’. Era el regreso más esperado y, por fin, llegó el momento. Minuto 55 y se anunciaba el cambio, el Bernabéu en pie para recibir a la Joya de la Corona del club, millones de madridistas en sus casas emocionados al ver al canario saltando al césped del coliseo blanco. Desde que puso el primer pie sobre el campo, puedo decir que todos quisimos que marcase y vaya si lo hizo. En un partido sin mucha historia y en el que el Madrid ganaba sin problemas, el gol de Jesé fue cantado en todo el mundo, porque sí, porque se lo merece, porque ha vuelto y ante el Cornellá fue la primera victoria de muchas.

Se notó que todo el mundo estaba feliz con su gol, después del partido la piña en el vestuario dejó claro todo, que Jesé es un compañero querido por todos y que su regreso es una de las mejores noticias que le ha pasado al Real Madrid en los últimos tiempos. Y, ¿por qué levanta tantas simpatías? Es simple, como diría un gran portugués, Jesé es un tío con carácter como Arbeloa, con raza como Raúl, con ese toque especial como Cristiano y con el madridismo de todos los que de verdad llevan grabado a fuego el escudo en su piel.

Ahora toca esperar, la mejor versión del canario no la veremos enseguida, pero sí en unos meses. El fútbol corre por las venas de Jesé, está llamado a ser uno de esos jugadores que marcan una época, de esos que llegan siendo unos niños y acaban como ídolos del Madrid. La Joya de la Corona blanca tiene su destino escrito.