La makrodsumía de Carletto

28.02.2014 00:00 de  Andrés Espuelas   ver lecturas

Algunos historiadores afirman que la palabra 'paciencia' proviene del griego makrodsumía. Makrós, que significa lejos, largo, apartado y sumía que traducido al español viene a ser la pasión, ira, furor. Es decir la makrodsumía se refiere a esperar el tiempo suficiente antes de expresar enojo o ira. Traducido al lenguaje cotididano de nuestros días denota paciencia, a la que muchos llaman la madre de todas las virtudes.

En catequesis o en religión ya estaba muy presente la paciencia en el día a día. La historia del Santo Job, al cual Dios puso a prueba para demostrar a Satanás que nunca le maldeciría pese a las más crueles enfermedades, se pone como ejemplo de paciencia. También, hace pocos días, relacionado con la religión, el Papa Francisco se refería a la paciencia que debía tener el ser humano diciendo textualmente: "alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas".

Pruebas como, por ejemplo, la que somete cada semana Mike D'Antoni a un frustrado Pau Gasol. He aquí uno de los mejores ejemplos de paciencia en el deporte, aunque parece que a Pau ya se le salen los ojos de sus órbitas como si de un muñeco aplastado se tratase. Otro de nuestros mejores deportistas, Rafa Nadal, somete a sus rivales a su máxima paciencia. ¡Cuántas raquetas ha roto ya Djokovic cuando juega con nuestro gran Rafa! Y sí, también los políticos de hoy en día en España agotan la paciencia de muchos españoles...

Y aquí aparece en escena Carletto, el pacificador, el de la ceja. Al igual que el Santo Job, la prensa deportiva de masas, la de las campañas, la del morbo o uno de los mayores lastres de los último años, ha puesto más de una prueba al de Reggiolo. El hombre de hielo ha solventado las críticas como el que arregla un pinchazo: poniendo remedio a los problemas pero con paciencia. Si el sistema no va bien, se cambia, si tiene a dos porterazos en la plantilla - bendito problema -, reparte minutos o si cree que Modric-Alonso puede ser el mejor mediocampo del mundo, lo demuestra.

Ancelotti y la gran mayoría de los madridistas saben que una Copa de Europa no se gana en 100 días y también que no está hecho un lío. Que no, que ha ganado él desde el banquillo dos Champions. Que sabe cómo va la cosa señores. Y es que en el Veltins Arena se puso la última pieza del puzzle llegando en el momento justo.

Lo vivido en Gelsenkirchen fue una oda al fútbol. Supuso el cúlmen de toda la paciencia tenida tiempo atrás, de un trabajo bien hecho desde el cuerpo técnico y apoyado por el compromiso de los jugadores. Bale, otro que también tiene más paciencia que el Santo Job, parece que ha olvidado la hernia (?) y que ya se dedica a jugar al fútbol porque antes no lo hacía, ¿no? Es decir, el engrasado de la maquinaria va a toda marcha.

Con el liderato en Liga, la final de Copa a la vista y el cruce de octavos casi sentenciado, la casa que empezó a construir Carletto allá por junio va cogiendo forma y como él bien dice ya sólo falta decorarla. Ancelotti no entiende de crisis. Su makrodsumía marca el camino.

Andrés Espuelas
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Andrés Espuelas
Periodista en proyección, onubense -de donde nació el fútbol-, colaborador de Bernabéu Digital y madridista, pero de esos que apoyan y se levantan del asiento para animar. 'Lo bonito del periodismo no es que nos inventemos mentiras sino que nos inventamos la verdad', aunque a veces no se cumpla.