Los mejores de la historia
No hay mejor frase para explicar el debate que se genera después de la final del Mundial que una de las tantas de las que nos regaló don Alfredo Di Stéfano: "Hay muchos jugadores que no trabajan para el equipo sino para ellos. El jugador grande es el de la colectividad. Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.
Messi tiró, insultando al socio blaugrana, el tramo final de la temporada para reservarse ante lo que se presuponía su prueba de fuego para ocupar un puesto entre los mejores jugadores de la historia del fútbol. El Mundial de Brasil, al igual que el de Sudáfrica, ha servido como prueba de que no todos deberían tener el privilegio de ver rondar su nombre entre el top five de los más grandes. Lo del argentino fue repugnante. Sin compromiso, andando desde la segunda parte hasta el final del partido, volvió a firmar un partido mediocre en el que estuvo desaparecido. En un dato: Leo Messi fue el futbolista que menos distancia recorrió en la Final [10'5 Km] exceptuando a los porteros.
En el final del debate se esclarece que, para ser el mejor de la historia, primero has de ser el mejor de tu país. La sombra de Maradona, incluso la de Di Stéfano, se antoja demasiado pesada para un jugador que ha dejado atrás la oportunidad de su vida. Alemania, sin un jugador franquicia como Messi en Argentina, llevó a la práctica la frase de don Alfredo, haciendo del conjunto su jugador más grande. Por cierto, jugadores como Khedira, sin ánimo de ser mejor que nadie ni de pertenecer a ningún club histórico, sin prensa, únicamente siendo profesional, jugador de equipo y estando comprometido, ha sido campeón de Europa y del mundo en el mismo año.
Los mejores no lo eligen los privilegiados, ni los que reparten los trofeos de mejores jugadores porque el jugador vista la marca del patrocinio, como en el del mejor jugador del Mundial, sino las evidencias que, como en este campeonato, el Mundial ha desenmascarado.