Otro clásico más, y con la misma incógnita de siempre

El Real Madrid recibe al Barcelona este fin de semana con las ganas de sacar los tres puntos y afianzar el liderato de una liga que, de momento, está yendo casi a las mil maravillas. El único punto negro es el derbi ante el Atlético de Madrid, aunque un mal día lo puede tener cualquier equipo. De momento, once partidos de doce se cuentan como victorias, aunque el clásico del domingo encierra algo más que un subidón en la tabla. Tras un año entero sin victorias ni buenos partidos ante los culés, va siendo hora de ver a un equipo reconocible sobre el césped, ya que el club blanco no debería dejarse amilanar por aquellos que corrompieron la competición hasta el extremo.

Las palabras de Lamine Yamal pueden ser un comienzo, ya que el culé piensa estar por encima del bien y de mal, y la vida termina poniendo a cada uno en su sitio con el tiempo como aliado. Si el vestuario tiene los ojos hinchados de sangre lo desconozco, aunque las informaciones digan que sí. Lo único que pido a un club que cada vez lo siento menos mío es que tenga orgullo y amor propio, porque el Real Madrid nunca había sido tan indolente como últimamente. Si la vida fuera justa y como cada uno quiere, este domingo debería verse al equipo que desafió cualquier ley impuesta para destrozarla con su propio ímpetu. La misma incógnita de siempre sobrevolará el Estadio Santiago Bernabéu, pero la afición siempre estará ahí, aunque ellos mismos nos alejen cada vez más.