Yo viví a Modric y a Ancelotti

Lo hermoso de toda historia es que tiene un principio, pero también un final. Es precisamente eso lo que le da sentido. Porque si todo fuera eterno, perdería su esencia y su magia. Y eso es justo lo que me ocurre ahora, al despedirme de dos leyendas como Luka Modric y Carlo Ancelotti. Ambos cierran su ciclo en el Real Madrid, y lo hacen dejando una huella eterna e imborrable.

Hoy, en lugar de llorar por su marcha como muchos han hecho en el Santiago Bernabéu, prefiero sonreír por lo que nos han regalado. Me siento profundamente afortunado de haber sido podido vivir esta era gloriosa del madridismo. He visto al Real Madrid ganar seis Copas de Europa en apenas una década. Diez años marcados por la hegemonía, y que comenzaron con esa ansiada Décima. El cabezazo de Ramos, a centro de Modric en el minuto 93, fue mucho más que un gol: fue el inicio de una época legendaria. Y junto a ellos, desde la banda, estaba Ancelotti, el entrenador que a la postre ha demostrado ser perfecto para un equipo lleno de historia y ambición.

EL DESTINO ASÍ LO QUISO

No parece casualidad que hoy 24 de mayo, once años después de ganar esa Décima, al mismo tiempo nos digan adiós dos de las tres piezas clave que iniciaron aquella etapa dorada. El jugador con más títulos en la historia del club, y el entrenador más laureado del Real Madrid. Modric, el gran arquitecto junto a Toni Kroos y Casemiro, del mejor centro del campo que he visto. Ancelotti, el hombre que supo liderar desde la inteligencia y el corazón en su etapa.

Me siento privilegiado de haber nacido madridista, de haber vivido esta época y de haber disfrutado de dos figuras inmensas. Pasarán los años, y su legado se engrandecerá aún más con el tiempo. Porque no hay palabras que puedan describir lo que ambos significan para este club. Cualquier elogio será siempre insuficiente. Pero sí hay algo que puedo decirles, es gracias. Eternamente, gracias, porque yo viví a Luka Modric y a Carlo Ancelotti.