Victoria de nivel: el Real Madrid rompe su mala racha en San Mamés

El Real Madrid necesitaba una victoria como la de San Mamés. Venía de un noviembre áspero, lleno de dudas futbolísticas, irregularidades en el juego y una curva de rendimiento que contrastaba con el inicio de curso. En apenas 32 días, el equipo pasó de firmar el mejor arranque en 64 años, con trece victorias y una sola derrota en los primeros catorce partidos, a vivir un escenario que no aparecía en la entidad desde hace ocho temporadas. La derrota en Anfield y los empates frente a Rayo Vallecano, Elche y Girona alimentaron la sensación de que los blancos habían perdido filo, continuidad y estabilidad en todas las fases del juego.

Ese tramo coincidió con un calendario en el que el conjunto de Xabi Alonso afrontó exámenes de máxima dificultad. Fue un suspenso en el derbi ante el Atlético de Madrid, un aprobado frente al Barcelona y un rendimiento insuficiente contra el Liverpool el que abrió una secuencia de cinco compromisos que desencadenaron la pérdida del liderato. El club blanco pasó de tener cinco puntos de ventaja sobre los azulgranas tras el Clásico a verse un punto por detrás en la clasificación. La irregularidad en las áreas y las bajas defensivas acentuaron un momento de inestabilidad que reclamaba una reacción inmediata.

San Mamés ofreció precisamente eso. Ante un Athletic Club combativo pero desordenado, el Real Madrid recuperó una versión reconocible. El equipo fue intenso sin balón, agresivo en la presión y veloz para castigar cada error rival. Mbappé volvió a ser decisivo, Vinícius y Camavinga jugaron a un gran nivel y Courtois recuperó la autoridad que siempre muestra en sus mejores noches. La circulación volvió a ser fluida y la estructura se sostuvo incluso cuando el partido aceleró. Hasta dos jugadores importantes, Trent Alexander-Arnold y Camavinga, terminaron lesionados, pero aun así los merengues controlaron el encuentro con una madurez que hacía semanas no mostraba.

El triunfo llega en el inicio de un tramo determinante. El Real Madrid jugará ahora dos encuentros consecutivos en casa, frente al Celta y al Manchester City, antes de viajar a Vitoria para enfrentarse al Alavés. La secuencia marcará si lo visto en Bilbao es un punto de inflexión definitivo o si se volverá a caer el euqipo. De momento, la plantilla sí ha recuperado algo esencial, una estructura reconocible y la sensación de que vuelve a competir.