Contra todo, contra todos
Contra todo, contra todos. Eso es ser madridista. Luchar, y ganar, a pesar de los obstáculos. El Real Madrid logró el título mundial y su particular repóker a pesar de los numerosos inconvenientes que se encontró por el camino. La FIBA recuperó la Copa Intercontinental hace dos años con la intención de que fuera una competición de prestigio y, para tapar la diferencia entre los equipos sudamericanos y europeos, decidió poner todo de su parte para que los enfrentamientos fueran igualados. Los de Laso sufrieron ante el Bauru Basket el arbitraje más bochornoso y ¿premeditado? que se recuerda. Un atraco a mano armada del que el Real Madrid consiguió salir vivo de milagro.
Ni la descalificación de Sergio Rodríguez logró frenar al rodillo blanco. Los de Laso, con la lección aprendida del primer partido, consiguieron superar las adversidades y cerrar la temporada perfecta. Thompkins, ¡qué bueno que viniste!, Hernangómez y Doncic proporcionaron la sangre nueva necesaria a una plantilla campeona de todo. Sin los lesionados Rudy y Taylor, los de Laso demostraron el poder de la palabra equipo por encima de las individualidades.
Christoloudou, Mercedes y Reyes fueron los hombres de negro que encarnaron los papeles de villanos en la última gran fiesta blanca. Ni Hettsheimer ni el Bauru Basket fueron rivales en el decisivo partido, solo los de pito con un afán desmedido por igualar una lucha que ya tenía un claro ganador. Por todas las dificultades, este cetro mundial tiene un mayor reconocimiento. Un equipo de leyenda que ha enamorado a todos los madridistas con el gran Pablo Laso a la cabeza. El madridismo se siente representado y reflejado en estos incansables guerreros. Gracias, campeones.