El freno que no cesa
Ser dominado y pedir la hora contra Las Palmas de los todopoderosos Momo, Nili y Lemos hizo que Zidane asegurara en la rueda de prensa posterior al partido que "jugando así no vamos a ninguna parte". Y es que si la Liga va a ser utilizada para la consecución de la Champions, poca esperanza albergamos en la Undécima con un juego de tan paupérrima categoría.
Aunque la salvación esté en juego y equipos como el Barcelona también hayan sufrido para ganar a los canarios, el Madrid no puede presionar con la mirada, perder más de 60 balones y reducir el partido a la suerte en jugadas a balón parado. Tampoco se puede comprender que Isco tire minutos a la basura con la dedicación del que recicla por convicción, ni que jugadores con necesidad de minutos tengan la cachaza que desespera de manera inagotable.
Por suerte, un cabezazo de Ramos en la primera parte y otro de Casemiro en los últimos minutos del encuentro, unido a las paradas salvadoras del costarricense, hizo que el resultado valiese tres puntos en la teoría y absolutamente lo mismo que si hubiera sido uno o ninguno en la práctica, dadas las circunstancias. Que la posesión y las ocasiones las tenga el equipo de Quique Setién puede que no signifique perder el partido, como ayer; pero hacer lo mismo contra Atlético de Madrid, Barcelona, Villarreal, Sevilla o cualquiera de los equipos en el bombo de los cuartos en Champions supondría la misma dominación y el resultado contrario, es decir la derrota.
De hecho, de no ser por el sostén actual del Real Madrid, Keylor Navas, un punto hubiera sido tan milagroso como positivo en el Estadio de Gran Canaria. Así las cosas, el Madrid vislumbra en el horizonte a Sevilla, Barça y los cuartos en Copa de Europa con un freno de mano que no acaba por dejar arrancar al Madrid de un Zidane preocupado y a una afición agotada buscando soluciones y explicaciones a los motivos de ese freno de mano que no cesa.