El Madrid nunca se rinde
Tienes más vidas que el Real Madrid. Así se debería decir. Y es que en Noruega se volvió a ver una nueva exhibición de ese espíritu blanco que lleva a la gloria a través del sufrimiento y mil batallas. Prohibido rendirse. Porque si madridismo es creer, también lo es luchar contra todo y contra todos. Eso hizo el conjunto de Zidane ante un buen Sevilla y un nuevo escándalo arbitral. Se ganó y no por ello debe olvidarse que se sobrevivió a un penalti en contra inexistente y a un gol anulado sin saber aún por qué. Ante eso, solo el Madrid puede reponerse. Solo el Madrid puede ganar una final así.
Una inmortalidad únicamente propia del Dios del fútbol y de un Sergio Ramos que agranda su leyenda desde los altares. Otro minuto 93. Otro cabezazo para la historia. El de Camas ha marcado en cuatro de las cinco finales internacionales que ha disputado con el Real Madrid. Dos de Champions, una del Mundial de Clubes y ahora esta última de la Supercopa. Cuando todo parecía perdido, apareció el capitán para meter en la red el balón empujado por la fuerza de todos los madridistas. El Madrid no hizo historia, la Historia (con mayúscula) la escribió el club blanco.
Y qué decir de Carvajal. Un héroe merecido. Sus lágrimas de impotencia en Milán se convirtieron en la sonrisa de un elegido para la gloria. Cabalgada y zapatazo a la escuadra. Mitad Bolt, mitad Cristiano. Si alguien tenía que marcar ese gol, ese era el bueno de Dani. El chaval que puso la primera piedra de la actual Ciudad Real Madrid en Valdebebas. Un símbolo de la cantera escribiendo un nuevo renglón en el libro de hazañas de un club sin igual. Larga vida al Rey.