El obstáculo fue Ancelotti
Leí a muchos periodistas el fin de semana pasado que catalogaban estos siete días que acaban de terminar como una prueba de fuego para el Madrid de Ancelotti. Escribían que el partido de Champions contra la Juventus y el de ayer en el Camp Nou iban a marcar el camino que el equipo blanco iba a seguir durante toda la temporada. Yo no lo creía así, vaya por delante.
Y me reafirmo. Porque el Madrid no sacó nada positivo de la Ciudad Condal, si acaso una nueva exhibición de Khedira y Modric, sobre todo en la segunda parte. Pero yo no le doy más importancia que la que tiene, que son tres puntos. El motivo es porque en la segunda mitad, el Madrid jugó mucho mejor que el Barcelona, presionó arriba, hizo ocasiones y tan solo concedió dos llegadas a las inmediaciones de Diego López: una, la sacó el portero lucense presumiendo de reflejos; la segunda, ni siquiera es ocasión de gol, pero eso a Alexis no le pareció inconveniente.
A lo que iba es que si el Madrid hubiera jugado con los mismos futbolistas en la primera parte que en la segunda, estoy seguro que los de Ancelotti, como mínimo, no pierden el partido. Escribí la semana pasada que lo único que le pedía al técnico italiano para este partido era que no innovara ni experimentara, que los chicos ya sabían cómo debían jugar para ganar al eterno rival pero, sin embargo, el ex entrenador del Paris Saint Germain decidió jugar con Sergio Ramos en el centro del campo, sin delantero centro puro y dejar en la grada a Morata. Casi nada.
Supongo yo que su intención era atascar lo máximo posible el centro con el sevillano (Illarramendi tenía una sobrecarga aunque jugó en la segunda mitad) y abrir bien las bandas y aprovechar la velocidad de Bale, Di María y Cristiano. Pero no salió. El Madrid fue un equipo desfigurado durante los primeros cuarenta y cinco minutos y eso dio facilidades para que el Barcelona, sin acercarse a su mejor versión, creyera que era más equipo que el de Chamartín. Ahí estuvo el error. Lo demás, son cosas del fútbol.