En tiempos de paz

16.08.2013 00:00 de  Redacción   ver lecturas

Los tiempos de guerra pasaron. O por lo menos así debería ser y así lo demuestra la plantilla día a día. Mourinho ya hizo las maletas hace tiempo y el Real Madrid comenzó una nueva etapa. Todavía es difícil discernir si será una buena época, si habrá unión en el vestuario y si los blancos levantarán tantos trofeos como veces se alce la ceja de Carletto. Sea como fuere, vestuario, cuerpo técnico y afición deberán abandonar el fuego amigo y dirigir todas sus balas contra un enemigo común.

Para ello, todo lo relativo a Iker Casillas deberá tomar un cariz bien distinto al de la pasada campaña. El enfrentamiento abierto entre él y The Happy One, en el cual se vieron inmersos también sus respectivos defensores, provocó un separatismo y una crispación en el fuero interno del club de los que fue imposible salir. No es necesario tener muchas luces para darse cuenta de quién salió victorioso de aquel enfrentamiento, aunque lo importante es saber que eso, ahora, poco o nada importa.

Iker se equivocó y pagó su penitencia. Idem para Mourinho. A partir de ahí, toca mirar hacia delante, toca pensar en un Madrid ganador y unido. Y por eso mismo el entorno madridista no debe seguir basándose en un constante debate entre Casillistas y Mourinhistas. A aquellos a los que no se nos escaparon los errores cometidos por el capitán, nos tocará olvidar y volver a confiar. A los que le defendieron a ultranza, les tocará traerle de vuelta al mundo terrenal y sacarle del Olimpo de los dioses. Y todos ellos, todos nosotros, deberemos cantar un mismo himno y luchar por una misma bandera bajo las órdenes de un mismo capitán y un mismo entrenador. Vamos, lo que viene siendo un EQUIPO de toda la puta vida.

Si resulta que a partir de ahora ocupa él la portería, por algo será. Al igual que Mourinho tuvo su criterio y este debió ser respetado -hagamos énfasis en "debió"-, Ancelotti tiene el suyo y deberemos confiar nuestros trofeos a su sensatez y a su experiencia -lo mismo deberá suceder si el elegido es Diego López-. Iker hará cantadas y hará grandes actuaciones, al igual que su homólogo. Ambos deberán luchar por ocupar la portería, y todos deberemos confiar en que el que ocupe ese lugar lo haga por méritos propios.

Carletto parece ser una buena medicina para los males madridistas, y esperemos que así sea. A pesar de todo hay que predicar con el ejemplo y no pedir al entrenador una tarea -la de unificar al madridismo- que ni siquiera nosotros mismos somos capaces de cumplir. Entreguemos las armas, saquemos la pipa de la paz y fumemos todos unidos. Nosotros debemos ser los que forjemos un nuevo Real Madrid sin fisuras y sin las pezuñas de los interesados de siempre de por medio.