Estafado y triste
Hoy no me gustaría extenderme mucho; además, en estas líneas voy a saltarme el principio esencial en el que me rijo a la hora de escribir un artículo de opinión, no escribir en caliente, pero estimo que es lo único destacable del pasado fin de semana.
El Athletic - Madrid me ha dejado muy cabreado por la actuación de Ayza Gámez y la posterior reacción de Carlo Ancelotti. Fue un partido peleado, de los de antes; un choque en el que el fútbol fue más que fútbol y en un majestuoso escenario que olía a historia a pesar de su aire lozano.
Entre las constantes idas y venidas, el Madrid logró tirar de pegada para adelantarse y el Athletic de coraje para igualar. Quedaban 20 minutos para que la batalla escogiese un vencedor, pero un señor llamado Ayza Gámez decidió despedazar el final. Así lo quiso cuando faltas flagrantes de los pupilos de Valverde quedaron impunes, mientras que minutos después se despachaba con nocturnidad y alevosía de Cristiano Ronaldo, previamente provocado por un futbolista al que ya todos conocemos.
Que conste que no denuncio una campaña anti-madridista, únicamente intento expresar con palabras bien sonantes que es muy fácil pitar en contra del Real Madrid y más si hay que quitarse de en medio al mejor futbolista del planeta. Y ni quisiera imaginarme el que le caigan 2 partidos por expresar con gestos el sentir del madridismo. Así va la que un día fue mejor liga del mundo.
Como muchos madridistas me sentí estafado al comprobar como el hombre de negro no midió con el mismo rasero a ambos equipos, pero mi hastío creció apenas 5 minutos más tarde al observar atónito el primer cambio de Ancelotti; el italiano decidió sacar del partido al jugador más peligroso que le quedaba sobre el campo y autor del único gol del equipo para introducir en el mismo a un medio centro de contención para adelantar a un Di María que no disputó su mejor partido en su nueva posición.
Creo que este hombre no es consciente de la empresa que tiene entre manos; con todos mis respetos, habrá que recordarle que esto no es una Juve o un Milan, esto es el Madrid y aquí un empate no lleva a nada. Aquí hasta con 9 se lucha por el partido y si al final se firman tablas, que al menos no queden sensaciones de que los calzones del mister tengan exceso de lastre, puesto que los madridistas son ambiciosos por naturaleza, es el gran don del club.
Este fin de semana me ha dejado estafado, triste y con poco que contar a pesar de que el equipo no me desagradó. El problema es que en una liga que se decidirá por pequeños detalles, espero que no nos acordemos en exceso de los de Ayza y Ancelotti en Bilbao.