Gloria

02.12.2013 00:00 de  Real Esparta   ver lecturas

A finales de los 90's un chico nacido en Cardiff, perteneciente a las divisiones inferiores del Southampton tenía un sueño: triunfar en el Real Madrid. Mucho esfuerzo y trabajo le supusieron un traspaso al Tottenham, donde explotaría como futbolista, primero en la demarcación del lateral izquierdo, luego fue evolucionando como extremo ofensivo para finalmente convertirse en un jugador absoluto en el frente del ataque del equipo londinense. Sería nombrado por dos veces consecutivas como mejor jugador de la Premier League y tras muchas horas de trabajo y una gabarra de dinero de por medio se le empezó a cumplir el sueño; Gareth Bale fichaba por el Real Madrid.

Garethcito -como fue apodado cariñosamente por la afición madridista incluso antes de su llegada al club blanco- no tendría un camino fácil. Tras llegar sin hacer pretemporada y ya con la temporada iniciada, lejos de su nivel habitual, Garethcito empieza a notar el gran foco de ese monstruo llamado 'entorno'. Hernias, protrusiones y un flojo inicio en un momento complicado -Barça y Atleti- metían más presión sobre su fichaje, sobre el gasto que supuso y sobre su rendimiento. Pero dentro, aquel niño de la cantera del Southampton vivía, esperando su momento de revancha, esperando su momento de gloria y consagración. Esperando explotar.

A Garethcito le llegó su primera oportunidad para adueñarse del spotlight gracias a problemas físicos que aquejaron a Cristiano Ronaldo en Almería y le impidieron estar a punto para el partido de Champions contra el Galatasaray. El Bernabéu se abría en pares para recibir al galés como las piernas de una novia quinceañera y, aunque dejó un bello gol de tiro libre en las retinas de todos, fue Arbeloa quién, tirando de casta espartana, guió al equipo a su espalda en la ausencia del monstruo nacido en Madeira. Agridulce sensación.

Llegó el Valladolid, el niño de la cantera del Southampton se adueñó del cuerpo de un adulto llamado Gareth Bale. El niño disfrutó. El niño jugó. El niño hizo lo que quiso. El niño llevó y lideró al Madrid a una cómoda victoria. El niño hizo un hat-trick -perfecto, además- y regaló una preciosa asistencia a Benzema. El niño hacía suyo a la afición madridista tras cada toque y tras cada gol. El niño cumplió el sueño. El Bernabéu y el madridismo alrededor del mundo se rendían a los pies de Garethcito.

Nadie pensaba que el período de adaptación de Bale fuese tan rápido. Todos esperaban un caso similar al de Modri?, pero no, el hambre del galés puede más. Quiere parecerse a Cristiano en todo, incluso en la competitividad, eso sólo puede ser bueno para el Madrid. Batman y Superman unidos en un mismo equipo, no hay villano que pueda contra un par así. Lo inmoral no es el precio que se pagó por Bale,lo inmoral es que el Real Madrid tenga a Garethcito junto a Cristiano en el mismo equipo. Regodeémonos en la obscenidad.

Ahora viene lo difícil, lo verdaderamente difícil. Mantenerse. A Bale le pusieron el listón muy alto, pero él listón que él mismo se puso está más arriba. Garethcito quiere hacer historia. Tiene ambición y carisma. Garethcito se prepara con su espada, listo para enfrentar a la hidra, con todas las probabilidades en contra; saldrá victorioso, gritando lleno de coraje, bañado en la sangre de su enemigo, vitoreado por el público, inmerso en gloria.

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My way is my way y ya está