Gracias Raúl
Se retira un mito. Un icono con el que una generación de madridistas ha crecido y ha disfrutado. Raúl González Blanco cuelga las botas, aunque sus goles, su entrega, su lucha y sus gestos quedarán para siempre en la memoria de un afición que le adora e idolatra. Eterno capitán, representó a la perfección los valores del madridismo sin sentirlos desde la cuna. Su profesionalidad fue y sigue siendo un ejemplo para todos aquellos niños que luchan cada día en Valdebebas por sus sueños.
Quizá Raúl nunca fue el mejor en ningún aspecto concreto del juego, pero con pundonor y sacrificio logró ser más que un notable en todos ellos. Su inteligencia sobre el campo contrasta con su saber estar y elegancia fuera de él. Su personalidad, única e irrepetible, hacía de Raúl mucho más que un gran jugador. Mucho más que un simple capitán.
Lució el brazalete con orgullo. Con Raúl no existían polémicas ni debates porque él nunca fue dudoso. Se dejó el alma por el escudo y la relación de amor con la afición jamás se rompió. El último romántico del fútbol se fue sin hacer ruido tras un declive en el que aceptó siempre su suplencia. No hubo gestos ni declaraciones incendiarias. Raúl siempre dio la cara sin la necesidad de portavoces ni palmeros.
Dice adiós el Raúl futbolista, pero su grandeza permanecerá por siempre. Se marcha un gran jugador, pero su leyenda vivirá eternamente en el madridismo. Raúl simplemente Raúl. Gracias capitán. Gracias mito. Gracias Raúl.