Gracias y hasta pronto, Arbeloa
Uno ha pensado muchas veces en qué escribir este día, pero siempre bajo el deseo de que tardara mucho en llegar. Sobre Arbeloa ya se ha escrito y se ha dicho todo. Se va un icono del madridismo, sí con í y mejor mayúscula incluso. Vilipendiado por unos y amado por otros, pero El Espartano ha dejado una huella imborrable en el corazón de todos los aficionados blancos. Un líder dentro y fuera del campo, un jugador que ha sabido representar lo que significa ese escudo redondito y con una corona. Una fuera de serie de los que ya no quedan.
Arbeloa nunca tuvo la calidad de Cafú o Roberto Carlos, pero ha sido un gran defensa capaz de secar a los mejores jugadores del mundo. Infravalorado por los rencorosos pero polivalente y, sobre todo, un guerrero con un palmarés envidiable que sueña con cerrar su etapa en el Real Madrid con una nueva Champions en Milán. Capitán sin brazalete siempre defendió al club blanco, poniendo por delante los intereses colectivos a los individuales. Quizá por ello a cierto sector de la prensa nunca le cayó en gracia. Arbeloa no se ha callado, ha dicho su verdad y sin esconderse. Lo fácil hubiera sido mantener una posición más ambigua y ponerse bajo el cobijo de algunos medios, pero prefirió estar del lado del Real Madrid y de sus aficionados.
Un hombre con principios, tan fácil de definir y tan complejo de encontrar en estos tiempos. Arbeloa moría con sus ideas. Fue el látigo del madridismo contra los graciosos, los chupópteros y los manipuladores. Siempre con el escudo por delante. Respetuoso e inteligente, el '17' ha sabido cómo dar donde más duele al antimadridismo patrio. Los haters hoy celebran su marcha mientras los madridistas lloran la despedida de uno de los suyos. Pero todos deben saber que esto no es un adiós sino un hasta pronto porque Arbeloa regresará a su casa y mientras, allá donde esté, seguirá defendido como siempre al Real Madrid. A su Real Madrid.