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04.07.2016 09:40 de  Francisco José Reina   ver lecturas
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No se hablaba ni con Silvino Louro, entrenador de porteros con Mourinho, ni con Villiam Vecchi, entrenador de porteros con Ancelotti, ni parece ser que, con Ochotorena, entrenador de porteros de la Selección, llevara una relación impecable. Tampoco se puede decir que mantuviese una correspondencia idílica con sus compañeros bajo el arco -véase el nulo vínculo que conservaba con Diego López, De Gea o Keylor Navas- coincidentes todos en osar a competir por un puesto contra el insustituible.

Y es que la imagen humilde y santificada que mantenía de cara al público era -como ya advertimos algunos- la antítesis de la personalidad inaguantable de un ejemplo de antiprofesionalidad tan evidente que ha hecho que, el único hombre que nunca nadie imaginaba que rajara contra el capitán de la selección, hiciera unas declaraciones que vienen a confirmar lo que tantos palos le costaron a José Mourinho en su etapa en el Real Madrid. Su modus operandi siempre ha sido el mismo: utilizaba su trayectoria para posicionarse como titular indiscutible pero, al empezar la temporada y como consecuencia del veredicto del entrenador de porteros, transitaba hacia el banquillo. Así, utilizaba a sus amigos de la prensa para principiar campañas contra entrenadores o compañeros con tal de verse de nuevo como titular. En el último caso, con la Selección española, mostraba una actitud irreprochable ante las cámaras -se mostraba consciente del rol que le tocaba asumir, apoyando y dando ánimos a sus compañeros- para después, en privado, maltratar según el propio Del Bosque a su cuerpo técnico.

Un Del Bosque que salió del Real Madrid de la misma manera que sale de la Selección, despotricando y blasfemando. Otro cromo angelical que, después de las duras críticas que recibió de jugadores como Diego López -que llegó a decir que se sintió "como un apestado"- o Fernando Torres -que le mandó un recadito alegando que "al final los hechos te hacen ver cómo son realmente las personas que tienen que tomar las decisiones"- se ha quitado la careta para mostrarse tal y como es: un soberbio e inmodesto entrenador al que se le vuelve en contra su discurso políticamente correcto. Y ahora, una vez caído el telón de acero, los que ya sugerimos la verdadera cara de ambos personajes, vemos tirados en el sofá como las huestes que permanecían juntas ante el enemigo exterior tienen que bifurcarse en dos aceras independientes esperando la mínima chispa para desencadenar una gresca que ya tiene un claro ganador. Que empiece la guerra.

Francisco José Reina
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Francisco José Reina
Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.