La ética del trabajo
Personalmente siempre he sido reacio a las buenas pretemporadas. Llámenle fatalismo, rígida ascendencia paterna o mera superchería; pero el caso es que siempre he temido que encadenar una gran racha de amistosos sea la antesala perfecta del batacazo oficial. La selección española vivió muchos años abonada a esta máxima, por sorprendente que les pueda resultar a los más jóvenes. Y es precisamente para evitar adormecimientos en laureles prescindibles por lo que nunca está de más recordar la ética del trabajo como boya vital ineludible.
No resulta sorprendente que haya sido Xabi Alonso, el capitán sin brazalete, quien haya enarbolado la bandera de estos valores tan incómodos, que lo mismo escuecen entre algún compañero de vestuario como entre los palmeros que les bailan el agua para perpetuar la ficción por la que creen estar reencarnando a Bob Woodward para revelar poco menos que cruciales secretos de Estado.
Su entrevista hace un par de mañanas no solo invita a reconciliarse con la especie futbolística entre disertaciones sobre la arquitectura de personajes de "The Wire", sino que reivindica la vigencia del timón ético que puede permitir al Madrid continuar en la pelea de los títulos. Pelea en la que, por cierto, lleva metido tres años por obra y gracia de quienes algunos, equivocadamente, se niegan siquiera a nombrar. Cristiano es un extraordinario jugador, el mejor del mundo. Lo cual no es óbice para que haya de soslayarse que su primer enfado con Mou se debiese a que racanease un esfuerzo solidario para defender una última jugada o que el año pasado a estas alturas no pareciera estar mirando demasiado por el club cuando pregonó a los cuatro vientos su afamada tristeza.
Xabi también es otro extraordinario jugador. El mejor del mundo, en su puesto. Habla de capitanía y de capitanes sin ejercerla oficialmente y a nadie le chirría porque hay quien ha nacido para serlo por más que las mangas de la camiseta o los altavoces de la prensa se empeñen en silenciar su liderazgo. Y el Madrid, que ya es bueno, será mejor cuanto más crezca la ascendencia del tolosarra en el vestuario.