La Liga de los récords

Enhorabuena al Barcelona por pasar a los anales de la Liga española tras conseguir la auténtica Liga de los récords, protagonizando y relevando al Real Madrid de José Mourinho -con aquellos 100 puntos y 121 goles- de aquel apelativo. A partir de ahora, la “Liga de los récords” hará referencia a los 19 penaltis a favor y 1 en contra; 9 partidos jugando con superioridad numérica, 1 sola roja en contra y 11 expulsiones a favor; así como a los más de 10 goles en fuera de juego de los que ha gozado el equipo de Luis Enrique a lo largo del campeonato. Una marca histórica y un registro inigualable del que, acostumbrados a las continuas reverencias del periodismo patrio, se omitirá hablar en los sucesivos días de veneración al equipo de Luis Enrique. Y es que tan incuestionable se antoja la regularidad y la superioridad liguera del Barça en los últimos años como la envergadura del fraude de ésta última.

Ni la fe inquebrantable del Madrid de Zidane -que pasó de 13 puntos de diferencia a jugarse la Liga en la última jornada, terminando subcampeones a un punto- fue capaz de sobreponerse a una red que permitió al Barça conseguir el campeonato inmerecidamente desde el punto de vista legal. Dicho esto -pues cualquier análisis medianamente justo debe empezar por el reconocimiento de dicha estafa- hay que admitir que en las últimas temporadas el Barcelona ha sido el mejor equipo con diferencia, lo que por otro lado, evidencia un fracaso deportivo en el campeonato regular por parte del Real Madrid. Así las cosas, y una vez festejado -con poca euforia y con decenas de referencias a la Copa de Europa y al Real Madrid- el título, el Barcelona espera con ansia poder celebrar lo que marca verdaderamente su triunfo y alegría: que el Madrid pierda la Champions. Porque el verdadero éxito y lo realmente celebrable en Barcelona es que el Atlético de Madrid le quite la undécima al equipo de Zinedine Zidane. 

autor

Francisco José Reina

Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.