La última de Xavi
El pisotón de Sergio Busquets a Pepe en el último clásico sigue dejando sorprendentes declaraciones después de varias semanas. Primero fue el presidente culé Josep María Bartomeu el que en un intento por defender lo indefendible afirmó que su jugador no actuó "a propósito", aun después de ver las imágenes y contemplar como el barcelonista mira y busca al portugués en el suelo e impacta su bota contra su cabeza.
Posteriormente fue el propio autor de la agresión, que no solo no pidió perdón inmediatamente ante la evidencia de lo ocurrido, sino que varios días después tuvo el valor de declarar ante las cámaras con total convencimiento que "no le toca", sumando una más a su amplio historial de actuaciones antideportivas compuesto ya por simulaciones o insultos racistas.
Y el último en intentar convencernos de que algo que todos hemos visto no ha ocurrido ha sido Xavi Hernández. El capitán culé compareció ante los medios y no dudó en defender a su compañero de equipo. Una gran labor de capitán que, sin embargo, choca de frente contra las imágenes que todos hemos visto hasta la saciedad durante las últimas semanas.
Con estas palabras, Xavi suma una más a su colección de declaraciones en las que el mediocentro parece vivir en una realidad totalmente ajena. Un futbolista capaz de decir que el rival no ha dominado cuando te ha endosado siete goles o de culpar al terreno de juego en cada ridículo sobre el césped. El de Terrasa se ha metido tanto en el discurso de los valores y el club ejemplar que no es capaz de dar un tirón de orejas, que diría Iker, ante una actuación tan denunciable como es una agresión a un compañero de profesión tendido en el suelo.
Xavi ha perdido una gran ocasión para zanjar una polémica que dura ya demasiado y ha reabierto una nueva guerra entre ambos clubes que vuelve a salpicar a la selección española. Una situación que durante años tuvo como culpable para el entorno barcelonista a José Mourinho y que ahora ha vuelto a la palestra fruto de actuaciones y polémicas sembradas desde Barcelona.
Un nuevo capítulo de la guerra Madrid-Barcelona que tendrá su epicentro en la próxima final de Copa del Rey del 16 de abril y en la que se podrían repetir los episodios vividos en temporadas anteriores. Eso sí, en esta ocasión con el ogro portugués en Londres no habrá a quién cargar la culpa de la tensión creada. Una tensión originada por agresiones y cómicas justificaciones por parte de un club demasiado acostumbrado a dar lecciones.