Modo autodestrucción activado en el Santiago Bernabéu
“Lo sucedido ha puesto tensos a todos en el vestuario y a más de uno en los despachos (...). Xabi sabe que se la juega. Si los resultados no acompañan de aquí a Navidad va a haber que tomar decisiones”. La frase es de Jorge Picón, periodista habitualmente afinado en todo lo que se mueve dentro del Real Madrid. Y quizá precisamente por eso sorprende todavía más que, en pleno mes de noviembre, empiece a deslizarse ese runrún de nerviosismo alrededor del entrenador.
La apuesta del club por Xabi Alonso fue rotunda. Hablamos del técnico más codiciado de Europa, un exfutbolista querido, respetado y con una mochila llena de aprendizajes de algunos de los mejores entrenadores del siglo. Era el nombre perfecto para darle la vuelta a una dinámica preocupante tras un curso para el olvido que terminó, ni más ni menos, con la salida de Carlo Ancelotti, el técnico más laureado en la historia del Real Madrid. Desde la directiva le advirtieron de ciertos vicios enquistados en el vestuario, como han apuntado periodistas como Mario Cortegana, y aun así aceptó. Aceptó incluso tomar el mando antes de tiempo, lanzándose al Mundial de Clubes de junio sin apenas margen.
Hoy, el equipo es líder en LaLiga y está entre los ocho mejores en la fase de grupos de la Champions. Con ese contexto, cuesta entender que en el club se planteen decisiones drásticas de aquí a Navidad. No encaja con los resultados, ni con el momento, ni con la lógica.
Si de verdad en el Real Madrid hay quien piensa en tocar el banquillo ahora, quizá el problema no esté en el entrenador. Quizá el verdadero temblor, esta vez, venga de los despachos.