Normalizamos la grandeza y ahora pagamos el precio

La nostalgia es un sentimiento inevitable en fechas como las que nos encontramos, así que permítanme mirar al pasado en este artículo. Lo haré aún sabiendo que ello no me causará más que daño, consciente de que estos "good old times" no volverán jamás.

Estos días me ha dado por echar la vista atrás, cuando los madridistas disfrutábamos cada tres días del fútbol de Cristiano Ronaldo, Toni Kroos, Luka Modric, Gareth Bale, Karim Benzema, Sergio Ramos o Marcelo, entre otros. Con ellos, lo extraordinario terminó por parecer cotidiano. Y ahí está quizá el mayor pecado: normalizar lo sublime. Humanizarlos hasta el extremo de exigirles lo imposible y reprocharles lo mínimo. ¿Recuerdan aquella temporada 2014-15? Parecía que se acababa el mundo cuando apenas un año antes se conquistó la tan ansiada Décima. Es más, aquel año el Santiago Bernabéu dedicó una pitada histórica tras finalizar la eliminatoria de Champions ante el Schalke... ¡Y eso que los blancos consiguieron el pase a cuartos de final!

Mirando aún más atrás, nostalgia pura ver a José Mourinho en el banquillo y a Mesut Özil (mi gran debilidad) y Ángel di María asistiendo a diestro y siniestro a Cristiano. Con Benzema e Higuaín disputándose el puesto de '9'. Con Xabi Alonso en la sala de máquinas y con Pepe como soldado número uno. Comparas aquello con lo que hay ahora y solo te queda desolación.

Tiempos pasados son mejores, como se suele decir. Y en este caso en concreto, el del Real Madrid, es una dolorosa verdad como un templo.