¡Oh, comandante! ¡Mi comandante!
En un apabullante alarde de exceso de confianza, me he descubierto intentando versionar el '¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!' de Whitman para dedicárselo a Cristiano, como Walt hizo con Lincoln. Una estrofa ha sido suficiente para comprobar que, efectivamente, la poesía no es lo mío. Versos de jardín de infancia, sin ritmo ni rima decentes. Cero equilibrio. Carletto se pondría muy nervioso si lo leyera y me mandaría al Kherido Sami ipso facto, seguramente.
No sería digno convertir a Cristiano en protagonista de tan pobre ejercicio literario. Él se merece, como mínimo, que Bécquer vuelva a la vida y le apañe algo en un momento. Pero claro, ya nos hemos dado cuenta todos de que existe la tendencia generalizada a brindar un trato indigno, injusto y vergonzoso a uno de los mejores futbolistas de la historia de este deporte. A los insultos en cada rincón de nuestra geografía nos hemos acostumbrado ya, aunque no por ello deja de sorprender que haya gente con una cabeza tan sumamente manipulable que se deje llevar sin oponerse por el discurso 'Cristiano es malo y chulo; Messi es bueno y humilde'.
Un discurso absolutamente interesado, vendido hábilmente desde el 'pequeño país del norte' y comprado por esta nueva España buenista e insulsa. Vivimos en la dictadura de la humildat, en la hipocresía más recalcitrante y las envidias más reprimidas. En todo este contexto, el fútbol es el ecosistema óptimo para que mediocres y acomplejados manifiesten sus iras en masa, y Cristiano Ronaldo la presa fácil. La cuestión es que se ha llegado a un punto intolerable en que este macroejercicio de doble rasero y vendas en los ojos empieza a fraguarse desde las más altas esferas futbolísticas, no en casa del futbolero de turno, antimadridista porque 'Deportes Cuatro me ha hecho así'.
Es inadmisible que la mayor autoridad en el fútbol mundial se mofe públicamente de un candidato al Balón de Oro, con la repercusión que tienen sus palabras, y que se decante descaradamente por otro. Luego se defenderá la honorabilidad del galardón ¿Qué broma de mal gusto es esta? ¿Hasta dónde llegan los tentáculos culés? Es escalofriante. Me pregunto dónde estaba el señor Blatter cuando Messi se veía involucrado en el escándalo con Hacienda, o cuando pegaba balonazos al público del Bernabéu, o cuando le llevaban agarradito porque se le habían ido de las manos las copas, o cuando escupía a los rivales. O cuando le hacían fotos que comprometían su imagen de padre de familia feliz. A lo mejor el bueno de Joseph estaba luchando contra el racismo en el fútbol ¡Ah, no! Que con él eso no va...
Cristiano Ronaldo, pese a quien pese, encarna la inmensa mayoría de las virtudes que debe poseer un deportista: profesionalidad, entrega, autoexigencia, sacrificio, afán de superación y, ¿por qué no decirlo? amor propio también. Es un número uno y merece ser tratado como tal, como mínimo en el ámbito futbolístico. Un jugador que ha dado tanto al fútbol y que es santo y seña del club más importante del mundo no puede seguir siendo víctima un trato tan dañino. En cuanto al Bluff de Oro, Blatter, puedes dárselo a Messi directamente. Nuestro comandante está por encima de tus corruptelas.