Once metros, once Champions
Hasta el final, ¡vamos Real! Así es el lema del madridismo y del equipo que se proclamó por undécima vez campeón de Europa. Pero el Madrid no solo lo llevó a cabo en Milán, sino que se apoderó del "nunca dejes de creer" del Atlético. La final tuvo de todo, pero sobre todo épica. De tenerlo a favor a parecer muerto. Pero el Real Madrid nunca se rinde y San Siro fue testigo de otra histórica victoria de ese escudo redondito que tiene muchas Copas de Europa.
Zidane es la figura de esta nueva orejona que ya esperan sus hermanas en el Bernabeú. El general que cambió los ánimos en sus filas para alcanzar la gloria. Héroe de La Novena, alma de La Décima y, desde hoy, jefe de La Undécima. El galo alcanzó la cima con el Madrid y él devolvió el trono al club blanco. Y qué decir de don Sergio Ramos García. Del minuto 93 al 15. De Lisboa a Milán. De salvador a levantar con brazalete una nueva Champions al cielo.
A pesar de todas las piedras en el camino, el Madrid ha sabido y ha podido sortearlas. Solo este equipo es capaz de pasar de la depresión de la etapa de Benítez a ser campeón de Europa en cuatro meses. Nunca se debe dar al Madrid por hundido, siempre saca fuerzas para agarrarse con las yemas de los dedos al último bote salvavidas. Un precipio constante en el que vive un club único, el más grande de la historia del fútbol. Porque cuando solo vale ganar, esa autoexigencia innata es capaz de obrar el milagro.
Casemiro es protagonista de esta Champions. El brasileño se ha convertido en el equilibrio, en el sostén de la locura que siempre ha sido el juego del Madrid. Junto al centrocampista, Cristiano. Cómo no hablar del portugués. El mejor goleador de todos los tiempos. Da igual que esté lesionado porque siempre aparece. Marcó el penalti decisivo en un momento orgásmico e inolvidable para el madridismo. Y Bale, ¡ay Bale! El Expreso de Cardiff al cielo. Primer atleta y/o golfiesta en lograr dos Champions. Muchos críticos, analistas y expertos escondidos en la cueva.
Pero La Undécima siempre tendrá su literatura particular como batalla histórica en la que se ha convertido. Llegó con sufrimiento, tras pasar muchos momentos malos. Con dolor como los calambres de Cristiano y Bale. Con lágrimas como las de Carvajal. Con nervios como los de la prórroga. Con palos blancos como los que repelieron los penaltis de Griezmann y Juanfran. Pero sobre todo, llegó con la ilusión de La Primera porque ese hambre insaciable convierte al Real Madrid en el rey de Europa. Once metros, once Champions. Hoy comienza el camino a La Duodécima.