Querido Khedira
Querido Khedira:
Leo que te has hecho la rodilla un cisco y me duelen hasta las teclas. Sucedió ayer mientras entorpecías a Pirlo, uno de tantos jugones que vivirán más tranquilos durante los próximos meses. Vaya faena, amigo. Tus ligamentos dañados son hoy la herida de muchos madridistas que nos lamentamos por tu baja, que, según parece, nos va a costar medio añito. Seis meses que prometen la amenaza del desequilibrio, de largo el punto débil más visible del plan de tu nuevo entrenador.
Hay, no te voy a engañar, quien no lo ve así. Me paseo por el ciberespacio y regreso compungido a estas líneas para desahogarme. Hay, querido Sami, quien vive la noticia con un deje de alegría, pues sin ti imaginan un Madrid pinturero y apabullante, dominador absoluto y virguero, como si fueras el gran responsable de nuestras carencias. No eres el único, pues te incluyen en una nómina completada por Arbeloa, Coentrao y Benzema, sospechosos habituales señalados en los papeles y por quienes se hacen triste eco de ellos. Pobre gente.
Tampoco hay que hacerles demasiado caso, sospecho. Son los mismos que explicarán parte de los accidentes futuros por tu ausencia, ya que son especialistas en decir lo mismo y lo contrario sin que ninguna neurona les alarme en absoluto. Es lo que tiene el ventajismo intelectual y la amnesia de nuestro tiempo: que un día te matas a silbar a Higuaín y al siguiente montas un pollo por su venta. En el madridismo hay de todo. Hay tanto que a veces dan ganas de pensar que hay hasta quien sobra. En fin.
Consuélate con el khedirismo, un movimiento de irreductibles que se han batido el cobre por ti cuando te venían peor dadas. Yo no pertenezco a él, lo confieso. No es ese un carro al que quiera subirme hoy porque lo cierto es que nunca has figurado entre mis grandes preferencias. Lo cual no quita para que a menudo me haya tocado explicarle a otros la necesidad de tu rigor táctico, la inteligencia que tienes en la ocupación de espacios o la generosidad de tus desplazamientos, sean de cobertura o de desmarque. Si encima dieras precisos pases entre líneas o concluyeras con lucidez ante la portería significaría que no perteneces a este mundo, creo.
En realidad, eres un jugador de una utilidad indiscutible en cualquier plantilla. Fijo con el maléfico Mou, fijo con el pacificador Carletto y fijo con Joachim Low, seleccionador alemán, hombre sin tacha de una selección puntera e histórica. ¿Qué ven ellos en ti que no ve el Marca?
Yo sigo sin entenderlo. Pero lo que sí comprendo es que te echaremos en falta. Eso y que los bajitos que secuestran la pelota para sobarla hasta el desmayo respirarán aliviados cuando nos juguemos los cuartos. Si eso ocurre todos mirarán al día de ayer y apelarán a la tragedia de tu rodilla herida. Al tiempo.
Qué putada, querido Khedira... aunque pienso en las cariñosas manos de Lena, tu chica, y concluyo también que tu larga recuperación nos va a doler más a nosotros que a ti. Anímate con eso, que es motivo poderoso. Y recupérate muy pronto. El madridismo de bien te estará esperando. Sin duda.
Firmado: uno de tantos.