Rey de Reyes

28.09.2015 16:17 de  Nacho Caballero   ver lecturas
Rey de Reyes
© foto de Nacho Caballero

No importa que el ambiente sea hostil, que el rival pegue hasta en el carnet de identidad, que el trío arbitral ambicione una victoria local o que seis jugadores lleguen extenuados tras una competición de máximo nivel, el Madrid siempre saca su garra y su hambre de títulos para seguir haciendo historia.

En Brasil todos los elementos se pusieron en contra desde el minuto uno. En el primer partido ante el Bauru, el exceso de permisividad arbitral en la pintura brasileña sacó al Madrid de un choque que tenía controlado, además de una técnica absurda en el tercer cuarto. Los de Laso lo intentaron, pero las muñecas de los locales estaban tocadas por una varita mágica y los triples no dejaban de sucederse.

Los brasileños abusaban del tiro exterior porque es su única manera de jugar a este deporte. Los interiores se alejaban del poste para castigar desde el perímetro a un Madrid desquiciado por las decisión del trío arbitral. En resumen, el Bauru se llevó el primer envite tras un despiste de la defensa blanca. Tocaba remontar el punto de ventaja que se guardaron en el bolsillo.

Aproximadamente 48 horas después, los púgiles se volvían a citar en  Iberapuera. Esta vez se añadió un elemento más a las dificultades blancas: el resultado. Es cierto que solo era un punto de ventaja pero, analizando los hándicaps existentes en el primer asalto, se antojaba una hazaña.

Un parcial inicial de 12-0 auguraba un partido tranquilo para el Madrid, pero nada más lejos de la realidad. De nuevo entró en escena el trío arbitral, que querían ser protagonistas del partido. Sobre todo, Reynaldo Mercede que resultó ser un hincha acérrimo del Barcelona. Este individuo le señaló dos técnicas - igual de absurdas que las del encuentro del pasado viernes - a Sergio Rodríguez que le mandaron al vestuario antes de tiempo.

No obstante, esto al Madrid parece que le da igual. De hecho, le hace ser más competitivo y tener una fe en sí mismo descomunal. El 'Laso Team' luchó contra todos los elementos habidos y por haber para reescribir de nuevo la historia del baloncesto.

Se impuso al equipo brasileño con una sensacional actuación de Gustavo Ayón en la pintura merengue y bajo los tableros. Atacando de una manera eficaz buscando al hombre abierto para un lanzamiento limpio, además de -salvo en algunas etapas del encuentro - buscar a sus dos interiores en el poste para hacer daño a los guerrilleros brasileños por dentro. Hay que añadir, por supuesto, las espectaculares actuaciones de Carroll y el MVP Llull, además de la sensacional segunda mitad de un Thompkins inspirado. 

En definitiva, el Madrid ha vuelto a dar lecciones de baloncesto, coraje y humildad. Un grupo unido en pos de nuevas hazañas. El equipo no bajará los brazos. Mantiene su hambre de títulos y su afán por colocarse como la mejor escuadra de la historia del baloncesto europeo. La victoria madridista en la Intercontinental tiene un mérito enorme, más allá del repóker. Sobreponerse a tantas adversidades como las que ha tenido que superar es digno de admiración. El Madrid vuelve a ser el Rey de Reyes

Por último, hay que reconocerle a Laso y a su cuerpo técnico el éxito de este superequipo. El vitoriano ha hecho de un equipo maltrecho, uno campeón y con un estilo de baloncesto reconocible. Esta victoria vuelve a dejar patente que es el técnico idóneo para ocupar el banquillo del Palacio. Mi más sincera admiración hacia Pablo Laso y, por supuesto, mi enhorabuena. ¡Felicidades, Pentacampeones!