Robar y robar y robar

24.03.2014 00:00 de  Francisco José Reina   ver lecturas

Creer en esta competición es de locos. Supone un ejercicio de evasión de la realidad, en donde nada se cubre de verdad. El Comité Técnico de Árbitros tiene una máxima recogida en su reglamentación: Un árbitro que tiene que pitar a un equipo en casa, a la siguiente tiene que hacerlo fuera y viceversa. En esta ocasión, según la regla del propio comité de árbitros de la federación, a Undiano le tocaba pitar al Barça en casa, y no en el Bernabéu como hizo ayer. Lo cojas por donde lo cojas no hay resquicio de limpieza en la que dicen que es la mejor liga del mundo. Más oscuridad se cierne sobre la designación cuando en un primer momento se elige a Clos Gómez para arbitrar el Clásico. Pero los intereses priman y Undiano es el elegido. El mismo árbitro que pitó el primer Clásico de la Liga, ese que se negó a pitar dos penaltis en contra del Barcelona más que evidentes, uno por mano de Adriano en el área y otro por uno de los empujones más clarividentes de los últimos años de competición liguera a Cristiano Ronaldo. Dada la retahíla de fallos en el partido, y de las actuaciones arbitrales de este incompetente, ¿por qué se pasó por alto la regla y por qué se cambió de árbitro en el último momento, aun sabiendo que cometió dos fallos que favorecieron claramente a uno de los dos equipos en el último Clásico?

Pese a la maniobra y al currículum, Undiano tenía otra oportunidad. Otra oportunidad para asegurarse el Mundial, digo. Y se lo ganó a pulso. Se equivocó en el primer penalti pitado a Cristiano, que se produjo fuera del área, sí, pero ni mostró tarjeta al señalarlo. Los jugadores azulgranas tenían barra libre de faltas sin sanción, y se hacían intocables a ojos del árbitro ante cualquier contacto, por mínimo o inexistente que fuera. Además, Undiano no vio el criminal pisotón en la cabeza de Busquets a Pepe, acto facineroso que no tuvo sanción alguna. A Juanito, por lo mismo, le cayeron 5 años de castigo. Así las cosas, ocho minutos después del gol de Cristiano, no pita un fuera de juego que inicia la jugada y expulsa a Sergio Ramos tras una caída con doble tirabuzón carpado de Neymar, que no sufre falta alguna. A falta de siete minutos para el final, vuelve a pitar otro penalti, esta vez a Iniesta, para que el Barça se llevara el partido.

Condicionó un partido que no interesara que ganara el Madrid, pues, de hacerlo, dejaría al Barça sentenciado y la Liga se disputaría entre dos equipos. El asalto a la regla del propio comité y el cambio de árbitro eran premonitorios al robo que perpetró días después. "Esperemos que Undiano no nos pite en lo que quede de temporada. Nos sigue pitando el mismo. Undiano es reincidente. Es un descaro. Cuando eres el mejor equipo del mundo, la envidia se puede apreciar y se sufre. Tenemos que luchar contra todo eso. Aunque hay cosas contra los que no se pueden luchar", explicaba Ramos al término del partido. Cristiano lo interpretaba así: "Son muchas cosas juntas. A lo mejor no quieren que ganemos la Liga. Yo entiendo lo que busca la gente y entiendo las decisiones del árbitro. Llevo cinco años y no siempre vale jugar dentro del campo, sino también fuera (...) Desde que estoy aquí el Madrid nunca ha sido favorecido por el arbitraje. Todos los años es igual. Me hace pensar si basta con jugar sólo dentro del campo (...) El Madrid es el club más grande del mundo y eso genera mucha envidia alrededor y mucha gente no quiere que gane. Entiendo que el trato no es igual. Yo vivo y juego aquí y lo veo. Llevo años trabajando. Quizá la gente sabía que si el Barcelona perdía estaba fuera de la lucha quería que siguiese la lucha y ya está. Si perdían, estaban muertos". Arbeloa, lo resumió en un tweet: "Pues la misma historia de siempre, no?".

Denunciar la indignidad de Undiano, el trato a favor que dan una y otra vez al Barcelona en detrimento del Real Madrid y explicar con detalle las maniobras que se utilizan en una competición adulterada y sucia para desbancar al equipo blanco no elimina la autocrítica. El Madrid defensivamente fue irrisorio. Marcelo parecía salido del Burguer King, con una actitud y una forma física propia de alevines, protegiendo más a Neymar que a su banda, Carvajal cometió fallos impropios en él y no fue ni el mejor partido de Xabi Alonso ni de Cristiano. El Madrid de Ancelotti no gana a los grandes y preocupa la situación. El partido ante el Sevilla, en donde ni Di María ni Ramos jugarán, se señala como clave, al igual que el último partido liguero entre el Barcelona y el Atlético de Madrid, al que el madridismo se agarra para ganar una Liga en cuya limpieza nadie cree.

Francisco José Reina
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Francisco José Reina
Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.