La meritocracia es una palabra vacía en el Real Madrid

Cuando llegó Xabi Alonso el pasado mes de junio, todos se llenaron la boca con la palabra "meritocracia". Un concepto ya extinto en el Real Madrid, y que José Mourinho cerró del todo en 2013, cuando se marchó y vino Carlo Ancelotti como sucesor del portugués. Zinedine Zidane, eso sí, la trajo de vuelta en dos ocasiones. La idea siempre fue perfecta, y cómo no serlo, si el ser humano idealiza prácticamente todo lo que escucha y toca. El tolosarra, que también aterrizó con esta misma vitola, tardó poco en desterrarla de la primera plantilla. Fue tras el Mundial de Clubes, y dejando fuera la razón y motivos que tuviera, dejó de tener hueco aquí. Y ni siquiera es una crítica hacia él, ya que sus primeros meses están siendo muy positivos, con el lunar del derbi ante el Atlético de Madrid que a mí, principalmente, no me afecta mucho.
La meritocracia es una de las palabras favoritas del aficionado, ya que puede retorcer el significado para que suene igual a sus pensamientos. Desde que la objetividad murió hace tanto tiempo, y si es que alguna vez llegó a existir, este concepto no ha dejado de crear adeptos y grupos que solo creen en una cosa: su validez personal. El Real Madrid, como bien apuntaba Ancelotti estos años, necesita ganar. Y por ello obvió tanto esto en cada temporada, ya que hubo pocas decisiones con sentido del italiano aquí. Con Endrick, con Arda Güler, e incluso con Nico Paz. Ninguno de ellos se mereció tanto ostracismo, y al final del camino llegaron los títulos.
Y el concepto siguió ahí, dormido esperando a que alguien lo despertase después de tantos años de letargo. Mourinho y Zidane, cortados por el mismo patrón, fueron los dos mayores exponentes de una teoría que suena muy bonita sobre el papel, pero que luego cuesta mucho aplicarla. Xabi no lo es ni tampoco lo será. No está destinado a continuar ese legado, y tampoco es malo admitirlo, pues el tolosarra tiene otro papel aquí que, por ahora, está cumpliendo con un sobresaliente.
