Un proyecto en pausa antes del examen final
Podríamos decir que estamos en ese momento de calma que precede a la tempestad. La competición ha dado una tregua a Xabi Alonso que parecía que no iba a llegar nunca. El donostiarra ha conseguido lo que parecía improbable hace solo algunas semanas: comerse el turrón como entrenador del Real Madrid. Esas tres victorias consecutivas antes del parón han dado cierto respiro al técnico, aunque las sensaciones, nuevamente, estuvieron lejísimos de ser las mejores ante Alavés, Talavera y Sevilla. Tres rivales que, al menos sobre el papel, no deberían haber supuesto un gran desafío para los blancos... Pero que estuvieron a muy poco de convertirse en el clavo del ataúd del tolosarra.
En cualquier caso, como decía, la tempestad se avecina. Porque el Betis visita el Santiago Bernabéu en un partido trampa que será la antesala de la Supercopa de España. El torneo que decidirá el destino de Xabi Alonso. Un mal papel en Arabia Saudí significará, casi con toda probabilidad, el despido fulminante del vasco. Alzarse con el título, por el contrario, supondría un inesperado -pero siempre bienvenido- golpe encima de la mesa.
Me entristece que un proyecto que pintaba tan bien y que ilusionaba tanto en el momento del nombramiento de Xabi Alonso se juegue su existencia en los próximos dos o tres partidos; pero lo que es innegable es que el equipo transmite una sensación anodina que para nada debe corresponderse con lo que puede y tiene que ofrecer una entidad de la talla del Real Madrid.
Los futbolistas y el cuerpo técnico se encuentran en estos momentos desconectando y disfrutando de estas fechas con familiares y amigos. Pero ellos también son conscientes de que esto no es más que la calma antes de la tempestad. Ojalá no les cueste cambiar el chip, porque el Betis está ya a solo una semana.